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TERCERA TEMPORADA


43ª Entrega. Última de la sección (Jueves 26-Marzo-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Alberto García Soto


¿Cómo responde Salamanca a las preguntas de la Pasión?

¿Dónde quieres que te preparemos la cena de la Pascua? ¿Soy yo, Señor? ¿Soy yo acaso, Maestro?

Y Salamanca acepta el encargo, prolonga el cenáculo de los templos disponiendo sus calles como mesa de despedidas y anuncios solemnes, desconcertada ante la inminencia de la Pasión.

¿Por qué dormís? ¿No habéis podido velar una hora conmigo?

Y Salamanca se despereza avergonzada por haberle dejado solo en su agonía, buscando una respuesta entre olivos, mientras se arrodilla en oración.

¿A quién buscáis? ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre? ¿Les damos con la espada? ¿Crees que no puedo pedir ayuda a mi Padre, que me mandaría ahora mismo más de doce legiones de ángeles? ¿Cómo se cumplirían entonces las Escrituras? ¿Es que no tengo que beber el cáliz que me da el Padre?

Y Salamanca acepta el designio, la traición y la crueldad que hacen preso al libertador, las espadas que vencen sólo momentáneamente a las palabras, las cadenas que no tienen más poder que las decisiones por amor.

¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan contra ti? ¿Eres tú el Mesías, el hijo del Bendito? ¿Eres el Hijo de Dios? ¿Así respondes al sumo sacerdote? ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?

Y Salamanca escucha el silencio de Cristo, la humildad de su Maestro, la paciencia de su Salvador, la entrega generosa de su Señor pagando el precio de nuestros pecados.

¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?

Y Salamanca niega como Pedro, y luego llora, y siempre se arrepiente para volver a Él, porque sabe, por tres veces, que le ama.

¿Qué acusación traéis contra este hombre? ¿Eres tú el rey de los judíos? ¿No oyes lo que dicen contra ti? ¿Dices esto por ti mismo o te lo han dicho otros de mí? ¿Por qué no me contestas? ¿No sabes que puedo darte la libertad o crucificarte? ¿Qué es la verdad?

Y Salamanca se pregunta como Pilato qué es la verdad, y confiesa que Él es la Verdad, que Él es el Camino, que Él es la Vida.

¿A quién queréis que os suelte, a Jesús o a Barrabás? ¿Qué haré entonces con Jesús, a quien llaman el Mesías? ¿Qué mal ha hecho? ¿Voy a crucificar a vuestro rey?

Y Salamanca se erige en Calvario-patíbulo, en Altar para que la Cruz florezca y resplandezca, en un Gólgota de piedras doradas para que los poetas busquen la mejor manera de contar el Drama-sacrificio redentor.

Si esto hacen con el leño verde, ¿qué no harán con el seco? ¿Ni siquiera temes a Dios tú que estás en el mismo suplicio? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Y Salamanca implora, se convierte, se refugia, se estremece, se consterna y se postra. Y Salamanca se santigua, echa a andar, y anuncia la Muerte de Dios en forma de procesión de hombres.

¿Quién nos rodará la losa del sepulcro? Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

Y Salamanca responde, e insiste, y persevera, busca y encuentra al Dios vivo, a Cristo triunfante, a Jesús Resucitado.

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Agradezco a PIEDRA NAZARENA su invitación a compartir durante más de cuarenta jueves tantas preguntas que, espero, nos hayan suscitado nuevas preguntas. La respuesta siempre nos lleva a Él, al Dios que se ha hecho hombre para salvarnos. 



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42ª Entrega (Jueves 19-Marzo-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Santa Cena de Murcia y Santa Cena viviente de Gandía


¿Qué menú se sirve en los pasos de la Santa Cena?

Llegó el día de los panes sin levadura, cuando había que sacrificar el cordero pascual, y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: “Id y preparad la cena de la Pascua” (Lucas 22, 7-8). Los tres evangelios sinópticos identifican la última cena de Cristo con sus los Doce Apóstoles con la cena pascual. Por el contrario, según la cronología simbólica de Juan, la cena fue previa: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo que le había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Juan 13, 1). El sacrificio de los corderos pascuales coincidiría con la muerte de Cristo en la Cruz, el nuevo Cordero inmolado en la nueva Pascua.

El rito de la cena pascual judía viene prescrito en el capítulo 12 del libro del Éxodo. Las familias habían de procurarse un cordero o cabrito de un año, sin defecto, que comerían asado al fuego, junto a panes sin levadura y hierbas amargas. Debían comerlo “ceñidos los lomos, calzados los pies, báculo en mano”, y hacerlo rápido, recordando que era la noche en que se pondrían de camino para ser liberados de la esclavitud. Jesús, acabada la cena, emprendía desde otro camino, el de la Cruz, que arrancaba en Getsemaní. También sabemos que en la mesa hubo vino, por el relato evangélico de la institución de la Eucaristía: “Os digo que yo no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que beba con vosotros un vino nuevo en el reino de mi Padre” (Mateo 26,29).

En España hay unos ochenta pasos de la Santa Cena. La mayoría de ellos escogen como momento la propia institución de la Eucaristía, sosteniendo Jesús el pan o el cáliz, o ambos. Algunos pasos reflejan el diálogo entre los apóstoles desconcertados ante el anuncio de la traición, mientras otros enlazan con la escena del lavatorio de los pies y momentos preparatorios de la cena. A la hora de escoger los alimentos, predomina la fidelidad al texto bíblico: el cordero, los panes, las hierbas amargas y el vino, valiéndose de vajillas en metal, barro o cerámica, sobre ricos manteles. Los alimentos pueden ser tallados en madera o, en muchos casos, naturales o imitando la realidad. También aparece un alimento muy presente en la vida de Jesús, el pescado: la vocación de los discípulos que eran pescadores, la pesca milagrosa, la multiplicación de panes y peces, la aparición del Resucitado junto al mar de Galilea y el pescado asado que comió junto a ellos… Y no faltan los productos de la tierra, ricas fuentes de frutas, muy vistosas, en las que el prototipo es la Santa Cena de Francisco Salzillo en la murciana Cofradía de Jesús Nazareno.

Precisamente el Murcia, el restaurante Hispano se encarga de preparar el cordero y el pescado para el paso de la Cena. Para el cordero, primero le despojan de la piel y la lana que cubre cabeza y cola, volviéndola a poner una vez asado. Además, preparan dos merluzas de pincho hervidas, que se presentan mordiendo una la cola a la otra, junto a unos espárragos. En Alicante, los cincuenta kilos de fruta que lleva el paso los dona el Mercado Central, y tras la procesión se entregan a un centro benéfico, el Cottolengo, junto al cordero asado esa misma mañana del día de la procesión. En Cartagena también donan los alimentos procesionales a la Hospitalidad Santa Teresa, entre los que se cuentan quince pescados donados por la Cofradía de Pescadores. La casa de hermandad del Paso Morado en Lorca es el lugar donde se cocina el cordero del paso, obra de Nicolás Salzillo (padre de Francisco), para que esté listo a las diez de la mañana del Jueves Santo, mientras que las Clarisas se encargan de hornear el panecillo de Jesús y de cada apóstol, excepto Judas, al que no se le obsequia.

En Cáceres el paso de la Cena representa a Cristo de pie en el frontal sosteniendo el pan, junto a la jarra y la palangana del lavatorio de los pies. El protagonismo no está en la mesa, pero sobre ella descansa una figura simbólica, el Cordero místico. También sorprende la Santa Cena de la localidad valenciana de Gandía, que no es escultórica sino viviente. Trece cofrades procesionan sobre las andas caracterizados como Cristo y los Doce Apóstoles desde 1977. No tenían recursos para encargar un paso, apostaron por la representación viviente y cuajó. Cada cinco minutos, el personaje de Cristo eleva el pan y el vino para recordar el misterio representado. La costumbre de colocar fruta real sobre la mesa hubieron de desterrarla, para evitar el acoso de las moscas, que no molesta a los apóstoles de madera pero sí a los de carne y hueso. 



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41ª Entrega (Jueves 12-Marzo-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: La Santa Espina (Hermandad del Valle, Sevilla) de Alberto García Soto


¿Dónde se conservan reliquias de los atributos de la Pasión?


Estos atributos de la Pasión, los llamados Arma Christi, armas de Cristo en su Pasión, encabezados por la Cruz, aparecen continuamente en la heráldica de las cofradías, bordados en estandartes, como iconografía de los carrozas procesionales, como insignias que son portadas en los cortejos, e incluso existen pasos de los Atributos de la Pasión, alguno de ellos ya mencionado en preguntas anteriores. Una de las colecciones de atributos más completa en Salamanca es la que aparece en la manta que cubre la imagen de Cristo Nuestro Bien en el Santo Sepulcro. Más sencillo resulta verlos en banderas, en carteles de las andas, o sostenidos por angelitos como los que escoltan al Flagelado o al Lignum Crucis. Precisamente este paso, el titular de la Cofradía de la Vera Cruz, contiene una reliquia de la Santa Cruz, es propiamente la Vera Cruz, la Verdadera Cruz, traída de Jerusalén en 1724. Los fragmentos mayores se conservan en Roma y en Santo Toribio de Liébana.

Son muchas las reliquias de los atributos de la Pasión veneradas en diferentes lugares y aceptadas en la Tradición de la Iglesia, principalmente en Roma y en Tierra Santa. Comenzando por la Santa Cena, que se recuerda en la mesa conservada en la basílica romana de San Juan de Letrán, en el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia  y en el Sagrado Mantel de la Catedral de Coria. De las treinta monedas que recibió Judas como pago por su traición se conservan  tres en la Catedral de Génova y otra en la Santa Cruz de Roma. El monasterio de El Escorial guarda algunas cuerdas con que ataron al Señor, mientras que la iglesia de San Francisco, en Roma, hace lo propio con el lienzo con el que le cubrieron los ojos para burlarse de Él. La Escala Santa del pretorio también fue a Roma, junto a fragmentos de la columna a la que se le ató para la flagelación, cuya mayor parte se conserva en Jerusalén. La corona se halla en París, aunque las espinas se han repartido por todo el mundo. Por ejemplo, la sevillana Hermandad del Valle saca la Santa Espina en su procesión del Jueves Santo. La Santa Faz obtenida por la Verónica es otra de las reliquias más veneradas, aunque se tienen por ciertas las de Roma, Venecia y la Catedral de Jaén. Argenteuil (Francia) y Tréveris (Alemania) custodian las vestiduras de Jesús, mientras que los clavos de la crucifixión se distribuyen entre Roma, el Palacio Real de Madrid y muchos otros lugares. La esponja y la punta de la lanza se veneran en París, Oviedo conserva el Santo Sudario que cubrió la cabeza del Señor, y Turín la Sábana Santa en que se envolvió su cuerpo.

En definitiva, muchos vestigios venerables de la Pasión, con mayor o menor verosimilitud en su autenticidad, cargados de historia y de sincera devoción, que ante todo remiten a la persona de Cristo, que los escogió por “armas” para su batalla redentora.


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40ª Entrega (Jueves 05-Marzo-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)


¿Por qué la tradición del primer viernes de marzo?

“En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma” (Canon 1250). El primer viernes del mes de marzo, que casi todos los años se enmarca ya dentro del período cuaresmal, numerosas imágenes de Cristo bajo las advocaciones del Nazareno, Rescatado o Medinaceli, reciben la veneración de los fieles en forma de besapiés. A las prácticas penitenciales del ayuno y la limosna se les une esta manera singular de oración. Muchas de estas devotas imágenes están de forma permanente en besapiés, o al menos todos los viernes del año o los primeros de cada mes, pero la recomendación cuaresmal de contemplar la Pasión de Cristo ha subrayado el primer viernes de marzo como su día de fiesta, en el que se cuentan por cientos de miles los que acuden a alguno de los templos a lo largo de la geografía española.

Para profundizar en esta tradición anual hay que mirar a la iglesia madrileña de Jesús de Medinaceli. Esta imagen de Jesús Nazareno, tallada en Sevilla, fue llevada por los padres capuchinos a la plaza española de San Miguel de Ultramar, en Marruecos, donde cayó en manos musulmanas en 1681, siendo ultrajada públicamente. Rescatada por los padres trinitarios, cuyo carisma es la redención de los cautivos, en 1682 llegaría a Madrid. Cuenta la leyenda que los frailes acordaron con el rey musulmán que pagarían su peso en oro, y que la balanza se equilibró con treinta monedas. Pronto gozó del favor popular, constituyéndose una Real Esclavitud de Jesús Nazareno. La casa ducal de Medinaceli se erigió en protectora de la naciente cofradía y de la devoción a la imagen, por lo que terminó cambiándose su advocación. Precisamente edificarían la nueva capilla del Cristo en 1895, y se encargó de su custodia a los padres capuchinos, quienes en su momento la habían encargado y trasladado a tierras africanas. En esos años finales del siglo XIX, con las posibilidades del nuevo templo, parece tener origen la costumbre de besar el pie de la imagen cada primer viernes de mes, y en particular el de marzo. Sale en procesión en la tarde del Viernes Santo.

La imagen de Jesús de Medinaceli logró esquivar la ola de destrucción de templos e imágenes sagradas por odio a la fe en los años treinta. La Junta del Tesoro Artístico del gobierno republicano la envió a Ginebra a comienzos de 1939, retornando pocos meses después a Madrid, una vez concluida la Guerra Civil. En los años cuarenta se potenciaría la devoción al Cristo de Medinaceli por toda España, fundándose cofradías de esta advocación en diferentes ciudades, asociadas a la Archicofradía Primaria Nacional de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno, con sede en la capital de la nación. En Salamanca comienza a celebrarse en esa época el besapiés a Jesús Rescatado, vinculado iconográfica e históricamente a esta advocación madrileña, cada primer viernes de marzo. El 1 de septiembre de 1973 el Papa Pablo VI elevó el templo del Cristo de Medinaceli a la categoría de basílica menor. Le ofrecieron una réplica de la imagen y la besó, diciendo: "Que el beso del Papa a esta imagen de Nuestro Padre Jesús lleve la bendición a cuantos la besan y veneran en Madrid”


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39ª Entrega (Jueves 26-Febrero-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografías: Acto del Descendimiento en Lima (Perú) y en Bercianos de Aliste (Zamora)


¿Procede el Descendimiento de Hispanoamérica?

“La Cofradía de la Cruz de la ciudad de Salamanca, habiendo entendido que en los lugares principales de los reinos del Perú y Nueva España se ha instituido el Descendimiento de la Cruz y la procesión del Entierro de Nuestro Señor Jesucristo que se celebra las tardes del Viernes Santo de cada año, y a su imitación se ha empezado a hacer lo mismo en la villa de Madrid y otros lugares de estos reinos con mucha edificación de los fieles cristianos, y deseando que esta ciudad participe de esta devoción, con licencia de Su Señoría don Luis Fernández de Córdoba, obispo de ella y electo de Málaga, habiendo hecho diferentes juntas y cabildos, ha ordenado lo siguiente…”.

Sigue la forma y manera en que debía desarrollarse la ceremonia del Descendimiento y la procesión del Santo Entierro, en las ordenanzas fundacionales de estos actos aprobadas el 5 de marzo de 1615, ahora hace cuatrocientos años.

El preámbulo que justifica la novedad planteada por la Vera Cruz, que hasta entonces salía en procesión únicamente el Jueves Santo, nos hace mirar a las celebraciones del Descendimiento en la América española, luego emuladas en la España peninsular, que parecen ser el origen de la tradición adoptada en Salamanca cuatro siglos atrás. No obstante, para acercarnos a sus raíces más profundas, conviene remontarse a los autos sacramentales surgidos en la Edad Media, dramatizaciones litúrgicas que abordaban, entre otros episodios sagrados, la Pasión de Cristo. Se inspiran en ceremonias de procedencia oriental, como las ya celebradas en Jerusalén en los primeros siglos del cristianismo.

Los autos de Pasión solían incluir la adoración de la Cruz, el descendimiento y el entierro y luego la visita al Sepulcro, con participación de actores reales excepto la imagen de Jesús. El documento más antiguo de un Cristo articulado para realizar un Descendimiento pertenece a un monasterio benedictino en Barking, cerca de Londres, y está fechado en 1370: “Se desenclavaba la imagen, posteriormente se envolvía en costosas telas y era llevada hasta el sepulcro, donde permanecía hasta el Domingo de Resurrección rodeada de velas encendidas”. En Alemania era muy común durante el siglo XV esta ceremonia, sobre todo en conventos y abadías. En España, el ejemplo más antiguo de Descendimiento o Desenclavo corresponde a la Catedral de Palma de Mallorca, de la segunda mitad del siglo XV, que continúa celebrando el Davallament de la Creu cada Viernes Santo. En la misma isla, Pollensa también lo celebraba. Así mismo, la Catedral de León organizaba por esas fechas una “representación de la Pasión en el Viernes de la Cruz” que probablemente incluyese el Descendimiento. Cristos articulados de ese tiempo o anteriores los encontramos en Segovia (Cristo de los Gascones, quizá modificado posteriormente), Burgos, Palencia, Orense… Fue una práctica generalizada desde finales del siglo XV, extendiéndose a diversas regiones.

La evangelización de América durante el siglo XVI trasladó, de la mano de los misioneros españoles, el Descendimiento a aquellas tierras, que lo hicieron suyo y supieron entroncarlo con su tradición local. Por ejemplo, en Lima (Perú) lo inició en 1620 la Cofradía de la Soledad, fundada  en 1603 por un grupo de españoles procedentes de Sevilla. Tras dos siglos en que se había perdido, fue recuperado en 2012. Algunos lugares de España recibieron de vuelta esta práctica, fomentada singularmente por los religiosos franciscanos. 

Descendimiento en Lima (Perú)


Descendimiento en Bercianos de Aliste (Zamora)


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38ª Entrega (Jueves 19-Febrero-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
FotografíaJosé Fernando Santos Barrueco 


¿Salía en Salamanca "la procesión de los nazarenos"?

Y lo hizo durante casi dos siglos. A esos tiempos nos remontaremos este domingo primero de Cuaresma, cuando la Cofradía de la Vera Cruz abra los actos conmemorativos que durante el bienio 2015-2016 nos recordarán el 400º aniversario de los actos centrales e históricos de la Semana Santa salmantina: el Descendimiento, el Santo Entierro y la Procesión de Resurrección. Otros dos actos formaban con los mencionados el programa procesional salmantino, pero tanto la antigua procesión del Jueves Santo, heredera de la disciplina, como “la procesión de los nazarenos” del Miércoles Santo, quedaron englobadas en la Procesión General del Viernes Santo, que asumió la precedente denominación “del Santo Entierro”, según decreto del obispo Tavira en 1806.

Si la Vera Cruz quiso añadir a su desfile de disciplina del Jueves Santo, el día propio para muchas cofradías con este título, primero en 1615 los actos del Viernes Santo y luego en 1616 los del Domingo de Resurrección, también acordó organizar una procesión destinada a evocar el camino hacia el Calvario y exaltar el misterio de Jesús con la Cruz a cuestas. Fue “la procesión de los nazarenos”, cuyas ordenanzas datan del 27 de enero de 1617, prestándose como mayordomo don Juan de Santillana durante “todos los días de su vida”.

Este desfile se pensó para la madrugada del Viernes Santo, debiendo salir de la Capilla de la Vera Cruz a las cuatro de la mañana. Todavía hoy muchas procesiones y cofradías de Jesús Nazareno o Camino del Calvario se celebran en la madrugada y la mañana del Viernes Santo: Zamora, León, Murcia, Palencia, etc. Sin embargo, probablemente porque la Vera Cruz ya tenía otros actos el Jueves y el Viernes Santo, “la procesión de los nazarenos” pronto se adelantó a la tarde-noche del Miércoles Santo.

Indican las ordenanzas que abría marcha el pendón de la Cofradía de la Vera Cruz “sin campanilla, ni trompetas ni otra cosa alguna que se toque”. El hábito de los nazarenos debía ser túnica morada de holandilla con capillo cubriendo el rostro, soga, los pies descalzos y una cruz poco pesada al hombro. Esta indumentaria ha llegado a nuestros días como hábito de la Congregación de Jesús Nazareno, fundada en 1686 por devotos que participaban en esta procesión. El reglamento es estricto con el silencio, que obligaba incluso a mayordomos y limosneros. En cuanto a los pasos, salían dos sobre tableros: Jesús con la Cruz a cuestas en el primero y la Virgen y San Juan en el segundo.

También se diferenciaba de las otras procesiones en el itinerario. Si bien las ordenanzas de 1617 preveían que llegara hasta la Catedral y describiera un recorrido similar al Santo Entierro, en su momento se optó por que saliera extramuros por la puerta de Villamayor, llegando a un crucero en el paraje conocido como El Calvario (zona de los barrios San Bernardo-Oeste), de manera que se emulara la conducción de Cristo hacia el Gólgota. Algo similar ocurre en Zamora: mientras la Vera Cruz y el Santo Entierro se dirigen hasta la Catedral, Jesús Nazareno hace estación en las Tres Cruces.

Al retornar a la Vera Cruz y entrar el paso de Jesús con la Cruz a cuestas en la Capilla, determinan las ordenanzas que se descubriría en el humilladero del Campo de San Francisco la imagen de Cristo Nuestro Bien crucificada y se convocaría a los cofrades para los Santos Oficios, el Descendimiento y la Procesión del Santo Entierro que tendrían lugar apenas unas horas después. Evidentemente, esta última parte del ceremonial dejó de hacerse al trasladarse “la procesión de los nazarenos” al Miércoles Santo.


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37ª Entrega (Jueves 12-Febrero-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: "La Regenta" y "Saeta del Ruiseñor"


¿Han aparecido procesiones en películas y series de televisión?

Una tradición tan arraigada en la cultura española como las procesiones de Semana Santa ha sido abordada por las artes, muy especialmente por la literatura en sus diversos géneros, la fotografía, la pintura… La música o la escultura se han asociado con ella de manera bien conocida, pero también el cine y la televisión han reflejado los desfiles penitenciales.

Algunas películas o series basadas en novelas no han prescindido en sus adaptaciones de estos intensos momentos de procesión. Muy célebre es la escena de “La Regenta”, en la que doña Ana Ozores, interpretada por Aitana Sánchez-Gijón, marcha vestida de morado, descalza y coronada de espinas, por las calles de la heroica Vetusta (Oviedo) en la noche de Viernes Santo. La novela de Leopoldo Alas Clarín fue adaptada para Televisión Española por Fernando López-Leite y estrenada en 1995. “El obispo leproso”, unos años anterior, basada en la novela homónima de Gabriel Miró, nos traslada hasta la ciudad de Oleza (Orihuela), donde la Semana Santa está muy integrada en el quehacer y sentir de sus gentes, tal y como se aprecia en las escenas procesionales.

La Semana Santa de Sevilla es utilizada como escenario de un thriller dirigido por Mateo Gil en 1999, “Nadie conoce a nadie”, y también aparece en la película norteamericana “Misión: Imposible 2”, estrenada al año siguiente, que la mezcla en un auténtico despropósito con las Fallas valencianas o los Sanfermines pamploneses.
Se pueden rastrear otras alusiones a las procesiones o las cofradías, como la escena inicial de “Volavérunt” (Bigas Luna, 1999), inspirada en la célebre pintura de Goya “Procesión de disciplinantes”. En “Tiovivo c. 1950” (José Luis Garci, 2004), Romualdo, el personaje interpretado por Andrés Pajares, revela su origen zamorano y dice salir en la procesión “de las Capas Pardas”, fundada en esa década de los cincuenta.

No podía faltar la Semana Santa en la filmografía tan popular de Joselito. En la exitosa “Saeta del ruiseñor”, rodada en 1957 en la localidad cordobesa de Priego, el niño prodigio canta al Nazareno pidiéndole por su amiga ciega. Esta imagen de Cristo tiene un mecanismo que permite que mover el brazo derecho para impartir la bendición, instante que también recoge la película.

Otra serie muy conocida, “Curro Jiménez”, en su primera temporada incluye el capítulo titulado “La Dolorosa”, en el que una imagen de la Virgen es llevada desde el taller del imaginero en Sevilla hasta una ermita en Écija, parando en ventas y pueblos por el camino. Un trayecto similar pudo hacer, a comienzos del siglo XVIII, la Dolorosa de la Vera Cruz desde Madrid hasta Salamanca.




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36ª Entrega (Jueves 05-Febrero-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
FotografíaTraslado del Cautivo a su paso por el Hospital Civil de Málaga (www.elmundo.es)


¿Algunas procesiones tienen como fin visitar a los enfermos?

Cada 11 de febrero, coincidiendo con la memoria de la Virgen de Lourdes, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo. Los enfermos se cuentan entre los preferidos del Señor, que les curó y confortó durante su paso salvador por este mundo y les sigue alentando a través del sacramento de la unción de enfermos y cada vez que se pone en práctica la obra de misericordia corporal de visitar a un enfermo: “Estuve enfermo y me visitasteis. ¿Cuándo te vimos enfermo y fuimos a verte? Cuando lo hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mateo 25).

Es buena ocasión esta Jornada del Enfermo para recordar algunos ejemplos de cofradías que en sus desfiles procesionales se acercan hasta un centro hospitalario, una residencia de ancianos o algún centro asistencial donde se atiende a enfermos, y comparten con ellos una oración ante la imagen que, por razón de sus circunstancias, estas personas no pueden contemplar desde la acera. Ya que la enfermedad les impide ir a la procesión, es la hermandad la que viene a ellas para traerles la esperanza que les regala Jesús. En Salamanca el ejemplo paradigmático fue la procesión del Cristo del Amparo, que durante un par de décadas de la mitad del siglo XX fue llevado hasta el Hospital Provincial y el Hospital de la Santísima Trinidad en la tarde del Miércoles Santo. La hermandad, fundada por profesionales sanitarios (médicos, enfermeras, farmacéuticos), aportó a la Semana Santa la hermosa talla del crucificado que se conserva en la Parroquia del Carmen y, por desgracia, ya no forma parte de los desfiles tras la desaparición de la cofradía. Como vestigio de aquella procesión nos queda la estación que realiza la Hermandad del Vía Crucis en el Hospital de la Santísima Trinidad, antes en la mañana del Jueves Santo, ahora ya entrada la noche. Recientemente, la hermandad de Jesús Despojado procesionó a su titular mariana, la Virgen de Caridad y Consuelo, hasta la residencia de Calatrava, donde viven sacerdotes ancianos y sus familiares.

En la Semana Santa española sobresale el multitudinario y emotivo paso del Cautivo y la Virgen de la Trinidad por el Hospital Civil de Málaga, en su traslado de la mañana del Sábado de Pasión. Los trabajadores del centro, con sus batas blancas, portan las andas con las sagradas imágenes. También las cofradías de Valladolid, en concreto las de la Piedad y la Preciosa Sangre, visitan el Jueves Santo el Hospital Clínico (también el Hospital Río Hortega antes de su traslado) y la Residencia de Ancianos “Ntra. Sra. del Carmen” en la procesión de Penitencia y Caridad. Colabora en estos actos penitenciales el Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud. En Albacete, durante la mañana del Viernes Santo, la Virgen de las Angustias visita el centro asistencial San Vicente de Paúl. En Santander es la de la Esperanza la que visita el Lunes Santo el hospital Marqués de Valdecilla. En la vecina Coria (Cáceres) el Cristo de la Salud se detiene en la madrugada del Jueves Santo ante el hospital de la ciudad para que los penitentes oren en silencio por los cofrades enfermos. Precisamente ese gesto hacia los cofrades impedidos, como puede ser que su imagen de devoción pare ante la puerta de la casa del enfermo, es todavía costumbre mantenida por muchas cofradías, sobre todo en los pueblos. No olvidan las hermandades su tradición hospitalaria (en Salamanca tenemos el ejemplo del Hospital de la Santa Cruz, regido por la Cofradía de la Vera Cruz en el siglo XVI) ni el recuerdo hacia los hermanos enfermos, que por una vez o ya para siempre, no pueden formar parte de las filas del cortejo. 



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35ª Entrega (Jueves 29-Enero-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Virgen de la Escuela (www.macuesta.blogspot.com)


¿Cuáles son las devociones callejeras salmantinas?

Si cualquier lugar es bueno para orar, es decir, para sentir la presencia de Dios y “tratar de amistad” con Él, como diría nuestra Santa Teresa, las calles y plazas, escenario de nuestro transitar, también lo son. En todos los pueblos y ciudades de España eran muy comunes las capillas-hornacinas incrustadas en los muros de edificios civiles o domicilios, con la imagen de Cristo, la Virgen o algún santo, o bien relieves, azulejos, cuadros, etc. con motivos religiosos. Servían para santificar de algún modo el lugar, invitar a la oración y alejar los malos espíritus y las tentaciones de las malas obras. Precisamente una de estas “devociones callejeras” sufrió un ataque en Salamanca, en concreto una pintura de la Virgen Inmaculada que se hallaba en la calle Nevería, cerca de la iglesia de San Martín. Fue la madrugada del 23 de julio de 1664, cuando el lienzo fue acuchillado por algún detractor de la creencia en la Purísima Concepción de María. Tal agravio merecía una reparación solemne y sonada, que terminó consistiendo en el traslado de la profanada imagen hasta la Catedral, donde el Cabildo dedicó a la Inmaculada la que todavía hoy conocemos como “capilla del Desagravio”. Tan magna procesión tuvo lugar el 2 de octubre de 1669. Ya no es posible rezar en la calle ante esa Inmaculada, pero sí entrando en la Catedral.

Otras imágenes de María sí conservan su carácter externo, como la Virgen de la Escuela que, iluminada por un farolillo, podemos ver en la cabecera de la iglesia de San Julián. Esculpida por Jacinto Bustos Vasallo en el siglo XX, quizá sustituya a otra efigie anterior. También es posible asomarse y ofrecer una plegaria a la Virgen de los Toreros, entre la iglesia de Santa María de los Caballeros y el antiguo convento de las Adoratrices, en el paseo de las Úrsulas. Allí se levantó la primera plaza de toros que tuvo la ciudad y, como una reliquia de aquel coso, un cuadro de María Dolorosa, contemplando los tres clavos y la corona de espinas, conserva las oraciones que le presentaron los lidiadores del siglo XIX.

Dos relieves nos recuerdan la secular devoción al santo patrono de la ciudad, Juan de Sahagún. Uno representa el milagro del Pozo Amarillo, en la calle de dicho nombre, y otro lo muestra sosteniendo la custodia, en la calle Traviesa junto a la esquina de la calle Libreros, labrado en 1948 como sustitución de una pintura perdida décadas atrás, castigada por los elementos.

La ventana del coro de la iglesia de Sancti-Spíritus, desde la que se puede ver la devota imagen del Cristo de los Milagros, nos remite a la que debió tener su antigua ermita de Santa Ana, de la que procede, en la calle actualmente conocida como del Cristo de los Milagros, entre las de Toro y Azafranal. Como ocurre en muchos oratorios, a través del ventanal es posible, a cualquier hora, ver la imagen y rezar ante ella.


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34ª Entrega (Jueves 22-Enero-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografíahttp://parroquiaortodoxadealicante.blogspot.com


¿Celebran procesiones de Semana Santa los hermanos ortodoxos?

En esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, nos acercamos a la celebración de la Semana Santa en una de estas iglesias hermanas, la ortodoxa, que comparte elementos del rito oriental con cristianos católicos.

Sólo algunas veces coincide la fecha de la Pascua de católicos y ortodoxos, puesto que los primeros seguimos el calendario gregoriano y los segundos se rigen por el juliano. En 2014, por ejemplo, sí coincidieron la Pascua católica y la ortodoxa. En cuanto al tiempo preparatorio de la Semana Santa, también hay diferencias. La Gran Cuaresma de los ortodoxos comienza un lunes, siete semanas antes de la Pascua, y es, como la católica, un tiempo de penitencia y de ayuno. La abstinencia se refiere a la carne, el pescado, el aceite y el vino. Los viernes están dedicados especialmente a la Virgen María, con la oración del Acatisto durante los cinco primeros, y cada domingo tiene un tema central: por ejemplo, el primero resalta el Triunfo de la Ortodoxia sobre la herejía iconoclasta, en el tercero se adora la Santa Cruz y el quinto se dedica a Santa María de Egipto, la pecadora arrepentida.

El Viernes Santo, igual que los católicos no celebramos la Misa, los ortodoxos no tienen Divina Liturgia, que es sustituida por el rezo solemne de las horas. En las Vísperas, mientras se lee el Evangelio correspondiente, el sacerdote se dirige al centro del templo, donde en la noche anterior se ha colocado el Crucifijo, desciende el cuerpo del Señor con un lienzo blanco y lo deposita sobre el altar. Posteriormente, vuelve a salir de su parte reservada, el Santuario, con el Epitafio, que es una imagen representativa del Entierro de Cristo, y lo deposita en el Sepulcro colocado en el centro del templo, que antes se ha cubierto de flores.

Por la noche se rezan las Lamentaciones y a continuación la Procesión del Epitafio. Esa imagen que representa el Entierro de Cristo puede ir en andas o ser simplemente una tela sostenida por cuatro varas, a modo de palio, es sacada a las calles, y los fieles pasan por debajo, tocándola devotamente. Expresan así que han muerto con Cristo, han sido consepultados con Él, y con Él esperan la Resurrección. Esta ceremonia tiene su origen en las procesiones con la Sábana Santa cuando era custodiada en Constantinopla, por lo que se trata de un rito bizantino. Al finalizar el desfile, el sacerdote reparte las flores del Sepulcro.

Inspirada en esta tradición oriental, desde 2004 la Plaza de la Catedral de Oviedo acoge la celebración del Epitafio dentro de la Procesión del Santo Entierro. Los niños cofrades, llamados Morabetinos, arrojan flores sobre el Sepulcro donde reposa la imagen yacente de Cristo Muerto. Luego la Dolorosa hace la correspondiente reverencia al Hijo. 


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33ª Entrega (Jueves 15-Enero-2015) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Alberto García Soto


¿Qué especies componen la fauna de los pasos de Semana Santa?

El 17 de enero, fiesta de San Antonio Abad, padre del monacato, el venerado San Antón, es el día de los animales en el calendario de la piedad popular. La bendición de las mascotas y del ganado marca esta fecha como una de las principales en el ciclo festivo del invierno. Pongamos la mirada sobre la presencia de los animales en los pasos de Semana Santa.

Obviamente, el pórtico de la Pasión, la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén, nos remite a la figura que en Salamanca conocemos como “la borriquilla”, el animal del que se sirvió Jesús para ser recibido y aclamado en la ciudad. Según el evangelio de Mateo, los discípulos, siguiendo su mandato, le llevaron una borrica con su pollino. Ambos animales aparecen en algunos de los grupos escultóricos representativos de este episodio, como es el caso de Valladolid, el más antiguo de España. En otros, como el de Salamanca, sólo figura la borrica. Juan narra que Jesús se encontró con un asno y se montó en él, para cumplir la profecía.

El otro animal nombrado en los relatos evangélicos de la Pasión es el gallo que se asocia a las negaciones de Pedro, tal y como había le anunciado Jesús. Los pasos de las Negaciones suelen contar con un gallo, a veces sobre una columna, y también lo vemos en algunos pasos de los atributos de la Pasión. En el de Abanilla (Murcia), en 2012 sacaron un gallo vivo.

Si bien no son mencionados en los textos bíblicos, algunos artistas han recreado las últimas horas del Señor representando a militares romanos a caballo, situándolos en el camino hacia el Calvario o en el mismo Gólgota. Dan lugar a grupos escultóricos muy espectaculares en muchos casos. Uno de los más célebres es el que monta Longinos en el paso de la Crucifixión de Medina de Rioseco, que realmente representa la lanzada que atraviesa el Corazón de Jesús. La Leyenda Dorada hizo de Longinos un soldado ciego al que una gota de la sangre derramada del Señor devuelve la vista, provocando su conversión y, tras una vida dedicada a Cristo, incluso llega a la santidad por el martirio.

Como alegorías de algunas virtudes, destaca el pelícano del sevillano Cristo del Amor, pues, según la leyenda, en caso de necesidad el pelícano es capaz de abrir sus entrañas para alimentar a sus crías, como Jesús, en supremo acto de amor, se da por los hombres en la Cruz. En la Santa Cena de la Vera Cruz zamorana aparece el perro de Judas, contraste de la fidelidad del animal con la traición del apóstol. Curiosamente, el autor de la Santa Cena palentina, Melchor Gutiérrez, talló dos gatos en este grupo escultórico. Más discreto es el pajarillo que anida en un olivo del huerto de Getsemaní en el paso sevillano del Beso de Judas.


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32ª Entrega (Jueves 08-Enero-2015) (Primera de la tercera temporada)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografíawww.bautismodejesus.blogspot.com


¿Qué misterio propio del tiempo de Navidad sale en un paso de Semana Santa?

Si en anteriores preguntas veíamos cómo la advocación mariana de la Esperanza, propia del Adviento, era asignada a imágenes de la Virgen Dolorosa, o que el Niño Jesús salía en procesiones penitenciales, enlazando a través de la alegoría la Infancia de Jesús con su Pasión, también llama la atención que un episodio de la Vida de Cristo que la Liturgia ha escogido para culminar el tiempo de Navidad, su Bautismo en el Jordán, haya sido llevado a un paso procesional en la Semana Santa, concretamente en la de Cuenca.



Antes de que la del Bautismo fuera una hermandad más de la Pasión conquense, ya lo era la dedicada a San Juan Bautista. Corría 1912 cuando al templo del Salvador había llegado una imagen muy valiosa del Bautista, obra de Luis Salvador Carmona, y se iniciaron los intentos de fundar una cofradía que lo venerase. Más de dos décadas después sería aprobada y se incorporaría al Miércoles Santo, trayectoria prontamente truncada por la Guerra Civil, en cuyo contexto de ignorancia y odio a la fe la imagen de Carmona fue destruida. En 1942, el Ayuntamiento de Cuenca encargó una nueva talla de San Juan Bautista a Luis Marco Pérez y se la cedió a la hermandad, que en 1954 pasaría a la Procesión del Perdón en el Martes Santo. Cobraba sentido la presencia del Bautista, que señala a Cristo como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", precediéndole en su camino y subrayando que la Pascua de Jesús es un acto de Amor y de Misericordia para el perdón de los pecados.


Con la intención de definir aún más esta íntima relación entre Jesús y Juan, "el mayor profeta entre los nacidos de mujer" (Lucas 7,28), un grupo de cofrades vinculados a la Facultad de Derecho conquense fundaría en 1987 la Muy Ilustre y Venerable Hermandad del Bautismo de Ntro. Señor Jesucristo. Tras la imagen del Precursor que anuncia la llegada de Jesús, este paso escenifica el momento en que Cristo es bautizado por Juan, comienzo de la vida pública de Jesús. Se completa así la Procesión del Perdón, en la que además desfilan Jesús de Medinaceli, Santa María Magdalena y la Virgen de la Esperanza.



Inicialmente sacó un grupo escultórico de Vicente Marín Morte, que en 2000 fue sustituido por el actual, obra de Antonio Joaquín Dubé de Luque. Las sagradas imágenes se custodian en la capilla bautismal de la iglesia de San Pedro y la fiesta principal de la hermandad es la del Bautismo del Señor, el domingo posterior a la Epifanía, fecha con la que concluye el tiempo litúrgico de Navidad.


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SEGUNDA TEMPORADA


31ª Entrega (Jueves 18-Diciembre-2014) (Última del año y de la segunda temporada)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Alberto García Soto


¿Por qué algunas Dolorosas llevan una advocación propia de Adviento?

En este caso, la advocación de la Esperanza, que se refiere ante todo a Nuestra Señora en la Expectación del Parto. En el rito hispano, el 18 de diciembre era la Fiesta de Santa María, luego conservada como memoria de Nuestra Señora de la Esperanza, aunque actualmente queda integrada en unos días de especial preparación para la Navidad, del 17 al 24. Las diócesis de Madrid y Getafe sí conservan esta fiesta de la Virgen de la Esperanza en sus calendarios propios. Precisamente una característica de la Liturgia de las Horas en esos días, las antífonas previas al Magníficat, que comienzan todas por “Oh” (Oh sabiduría, Oh renuevo, Oh Adonai, Oh llave, etc.), hacen que a María en la espera del Nacimiento de Jesús también se la conozca como la Virgen de la O.

Un estudio muy recomendable sobre esta advocación puede encontrarse en el blog Patrimonio y Cofradías. En su trabajo, Javier Prieto da cuenta de la dedicación de cofradías penitenciales al misterio de la Expectación del parto en la Sevilla del siglo XVI o en Málaga en la siguiente centuria. Pone como paradigma la hermandad hispalense de la Esperanza Macarena, cuyo auge ya en el siglo XX daría lugar a la fundación de numerosas cofradías dedicadas a Nuestra Señora de la Esperanza o al encargo de imágenes de la Virgen Dolorosa con esta advocación e inspiradas en el modelo de la Macarena. Así ocurrió en numerosos puntos de España, como Salamanca o Peñaranda de Bracamonte, por citar ejemplos de nuestra diócesis, o las vecinas Ávila y Zamora. En la ciudad del Duero, la Cofradía de Jesús del Vía Crucis se propuso encargar “algo así como la Virgen de la Esperanza de Sevilla, pero en estilo castellano”. La tallaría en 1950 el escultor Víctor de los Ríos, que declaró en Radio Zamora: “He querido, sobre todo, hacer una Virgen enteramente distinta de las andaluzas”.

¿Qué sentido tiene que una titulación propia del Adviento, de los misterios de la Navidad, se le atribuya a la María sufriente ante la Pasión de Jesús? Si la Virgen esperó el Nacimiento de Cristo, confiada en la promesa del Padre y entregada a su Voluntad, también espera, pese al desconcierto de ver al Hijo apresado y condenado al suplicio, su triunfo definitivo sobre la muerte. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hebreos 10,23). En María, de pie junto a la Cruz, la Iglesia ve el modelo de la esperanza, una de las tres virtudes teologales junto a la fe y la caridad.  “La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo” (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1817). Si sus discípulos le abandonan y no son capaces de confiar en las promesas de la Resurrección, María permanece, sigue esperando, y aguarda el cumplimiento de las promesas como hizo tras el anuncio del ángel. Por eso, si Nuestra Señora de la Esperanza es la Virgen del Adviento, también es la Dolorosa que manifiesta de especial manera la plena confianza de María en las promesas de Dios. El Espíritu Santo la vuelve a cubrir con su sombra, auxiliándola singularmente en el trance de la Muerte del Hijo, para que, como Abraham, María espere “contra toda esperanza” (Romanos 4,18).


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30ª Entrega (Jueves 11-Diciembre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografíawww.elmontecalvario.blogspot.com, www.diariodesevilla.es, www.juntadehermandadesvillarrubia.blogspot.com y www.cofradiamariadesolada.blogspot.com.


¿Por qué sale el Niño Jesús en procesiones de Semana Santa?

“No ha nacido y ya lo queréis matar”, se les dice a menudo a aquellos que viven por y para los días de Pasión aunque nos encontremos en pleno Adviento. Quizá a algunos les sorprendiera saber que, en procesiones de la Semana Santa, salen imágenes del Niño Jesús. Si el Barroco subrayó la humanidad de Cristo, la agonía que sufrió para la salvación de los hombres, también puso el acento sobre la ternura que inspira su nacimiento y su vida oculta en la Sagrada Familia de Nazaret. Los misterios de la Pasión y los de la Infancia convergen en algún modo, y una presencia muy particular es la de la imagen del Niño Jesús en cortejos penitenciales.

Varios son los motivos. Por un lado, la promoción del culto al Nombre de Jesús, alentada al principio por los franciscanos y muy especialmente por San Bernardino de Siena, luego por otras órdenes, dio lugar a cofradías con esta advocación (muy conocida es la leonesa del Dulce Nombre de Jesús Nazareno). La fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, asociada a la circuncisión de Jesús a los ocho días de su nacimiento, se celebraba el 1 y 2 de enero, aunque tras las últimas reformas litúrgicas fue suprimida y luego restaurada el 3 de enero. Estas cofradías, si bien honraban a su titular, que solía ser un Niño Jesús, en fechas navideñas, por fusión con otras o redefinición de sus actos, en varios casos se incorporaron a la nómina de la Semana Santa, y en ella siguen. Llama la atención la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de Estepa, en Sevilla. El misterio que escogió es el del Niño perdido y hallado en el Templo, que, paradójicamente, es quinto misterio gozoso del Rosario y tercer dolor de la Santísima Virgen. En otro tiempo se escenificaba un encuentro con una imagen mariana, el hallazgo del Niño, pero ahora sale en un paso enseñando a los doctores, en la tarde-noche del Miércoles Santo. No hay que olvidar que otro misterio gozoso, la Presentación de Jesús en el Templo, se asocia al primer dolor de María, la profecía de Simeón, y que el segundo es la Huída a Egipto, provocada por la matanza de inocentes que aspiraba a matar a Jesús recién nacido.

Si en Estepa procesiona una escena de infancia (a los doce años) en el contexto de la Semana Santa, en otros lugares sale el Niño Jesús con atributos que prefiguran la Pasión o incluso le presentan de un modo directo como el que nació para sufrir por todos (por ejemplo, el Niño Jesús crucificado). Mucho predicamento tuvieron, sobre todo en monasterios femeninos, los Niños Jesús pasionarios: con una espina clavada en un dedo como adelanto de la corona, apoyados en una columna que evoca la flagelación, sosteniendo y mirando la cruz... De la madera del pesebre-cuna del Señor se llega a la madera de la Santa Cruz, como en las imágenes del Niño Jesús que duermen sobre una cruz.

En Marchena (Sevilla), la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús acompaña el Jueves Santo a un Niño Jesús ataviado como Nazareno, con la cruz a cuestas. En la provincia de Ciudad Real hay varios ejemplos, casi siempre en pasos portados por niños. En Campo de Criptana salen dos, con similar iconografía del Niño Jesús con la cruz, procedentes de Olot. En la capital sale el Niño Jesús de la Paz el Domingo de Ramos, precediendo al grupo de la Entrada en Jerusalén. En Villarrubia de los Ojos, el Niño Jesús Carpintero talla su propia cruz, mientras que un Niño Jesús de la Bola y la Virgen Niña salen también junto a las cruces del Calvario. Un paso alegórico tiene Daimiel, el llamado “pasillo” de la Cofradía de María Desolada, en el que, a los pies de la Cruz, duerme el Niño de la Divina Pasión, tapado por un pañal que alude al paño de pureza del Crucificado. En la vecina provincia abulense, en concreto en la Cofradía de la Vera Cruz de Arévalo, encontramos el Niño Jesús Nazareno, que viste de morado como un penitente, porta la cruz y es llevado por los niños cofrades. Son ellos los que en Cehegín (Región de Murcia) sacan un Niño Jesús apoyado en la Cruz, muy parecido al que procesiona en la tarde del Viernes Santo por las calles de Oviedo, portado por los que son conocidos como “los morabetinos de la Dolorosa”.




Otra iconografía llamativa es la del Niño Jesús Resucitado. Lo cierto es que en muchos lugares, ante la ausencia de imagen de Cristo Resucitado, se utiliza una del Niño Jesús (casi siempre con iconografía propia de la infancia, con el orbe sobre el que Cristo reina: “Niño Jesús de la Bola”) para el encuentro con la Virgen en la mañana de Pascua. También se recurre, por ejemplo en Palencia, al Santísimo Sacramento. En Guillena (Sevilla) se sirven de un Niño Jesús de unos doce años, el Niño perdido y hallado en el Templo. Se une así el pasaje bíblico del encuentro de María con su Hijo en la infancia con el encuentro pascual de la Virgen con el Resucitado, propio de la Tradición. Esta relación entre la infancia y la Resurrección nos traslada al renacimiento que supone el bautismo, y a la pureza representada en los niños. “De los que son como ellos”, enseña Jesús, “es el Reino de los cielos”. En nuestra Semana Santa salmantina, remite a esta realidad el cortejo infantil que precede a la imagen de Jesús Resucitado, un bullicioso tramo compartido por niños de todas las cofradías penitenciales, invitadas sin excepción a la procesión de Pascua. 


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29ª Entrega (Jueves 04-Diciembre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Germán Moreno Alonso


¿Cómo está presente la Inmaculada en las cofradías salmantinas?

“Si quiso y no pudo, no es Dios. Si pudo y no quiso, no es Hijo. Digan, pues, que pudo y quiso”.  El pueblo fiel, muy especialmente en España y en nuestra ciudad de Salamanca, reclamó durante siglos que fuera reconocida la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y así lo definió en 1854 el Papa Pío IX, “que fue preservada de toda mancha de pecado original por singular gracia y privilegio de Dios en atención a los méritos de Jesucristo”. El nuevo dogma de fe venía precedido ya de una tradición dilatada en el tiempo, con reflejo en el arte, la liturgia e incluso la esfera social y política. No hay que olvidar que en 1618 se adhirieron a la causa inmaculista tanto el Concejo salmantino, con voto solemne ante Santa María de la Vega, como la Universidad de Salamanca. Desde cien años atrás ya extendía el culto a la Purísima una cofradía impulsada, como la de la Santa Cruz, por los franciscanos. Estas dos corporaciones quedarían unidas a partir de 1527, con fusión definitiva en 1532, dando lugar a la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, Su Madre: la Vera Cruz, decana de nuestras hermandades, que celebra fiesta titular cada 8 de diciembre y atesora en el retablo mayor de su capilla una majestuosa Inmaculada de Gregorio Fernández.

Obviamente, es en las procesiones de la Vera Cruz donde más elementos concepcionistas ver. Cuando a mediados del siglo XX se decidió dotar la cofradía de un hábito penitencial, se escogieron los dos colores propios de la Purísima, el blanco y el azul. Igualmente, las varas de los dos maestros de ceremonia de cada desfile incluyen la efigie de la Inmaculada. Más reciente, de 2006, es el estandarte de la Inmaculada, cuya imagen central fue realizada por las Esclavas del Santísimo, conservando el bordado externo de Manuel García Bellido (2004). Sustituyó a otra imagen del emblema de la cofradía, puesto que se optó por conservar el estandarte anterior, de 1985, que reproducía el propio anagrama, y que de esta manera estuvieran presentes las dos titulaciones de la cofradía en sendos estandartes. Ambas, Cruz e Inmaculada, se reúnen en la cruz de guía de la procesión del Resucitado, que alberga una imagen de la Purísima. Esta insignia fue elaborada por Jesús López Martín. Pequeñas figuras policromadas de la Inmaculada pueden verse en las andas del Lignum Crucis y del Santísimo Sacramento (también en el frontal del paso de La Piedad, de la Hermandad Dominicana), así como otra plateada en las de Virgen de la Amargura y Virgen de la Alegría, imagen ésta que cuenta con una indumentaria inspirada en la iconografía de la Inmaculada para uso en la sede de la cofradía, donde se custodia.

Precisamente en la vestimenta de algunas imágenes marianas, como la Soledad, la Esperanza o el Rosario, también advertimos algunas veces cambios con motivo de la Solemnidad del 8 de diciembre, apostando por el azul propio de este día, color que además es litúrgico en España y los pueblos hermanos por especial privilegio. La Hermandad de Jesús Despojado ha elegido esta fecha para el besamanos de su titular mariana, la Virgen de Caridad y Consuelo, que fue bendecida con manto azul. Saca esta hermandad otra insignia inmaculistas, el llamado Sine Labe Concepta (taller de bordado de la propia cofradía, 2013). La misma leyenda “Sin pecado concebida”, pero en castellano, es la que acompaña a la imagen de María en el estandarte de Nuestra Señora de las Angustias, de la Congregación de Jesús Rescatado. Para la Seráfica Hermandad el día de la Inmaculada es fecha de cabildo general ordinario, la de Cristo Yacente lleva en su emblema el jarrón de azucenas identificativo de la pureza de la Virgen y propio de su sede canónica, la Catedral, mientras que la Archicofradía del Rosario ha encontrado en la iconografía tradicional de la Purísima algunos elementos presentes en su imagen titular, como la luna en creciente bajo sus pies, procedente del texto del Apocalipsis: “la mujer vestida de sol, coronada de doce estrellas, con la luna por pedestal”. Esas doce estrellas podemos contarlas en las coronas de algunas imágenes marianas salmantinas, que honran a María como la Reina y Madre que, con gran devoción y desde hace siglos, el pueblo cristiano de Salamanca ha proclamado Inmaculada. 


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28ª Entrega (Jueves 26-Noviembre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)


¿Son "las posadas" las procesiones de Adviento?

“Porque no encontraron sitio en la posada”, nos dice el Evangelio de Lucas. A un establo fueron a parar María y José aquella primera Nochebuena de la Historia y sobre un pesebre acomodaron al recién nacido Jesús. En este tiempo de Adviento, Jesús sigue llamando a las puertas de nuestras posadas, para nacer en cada uno de nosotros si le hacemos hueco, y esta insistencia en la llamada obedece una hermosa tradición procesional: “las posadas”.

Esta costumbre surgió a finales del siglo XVI en el convento de los agustinos en Acolmán (Méjico), por iniciativa del toledano Fray Diego de Soria. Los nativos aztecas venían celebrando cultos a sus dioses en fechas coincidentes con la Navidad, el solsticio de invierno, con un final cruento, el sacrificio de un hombre. Conservando la parte lúdica que precedía a este hecho pero reorientándola en clave cristiana, consiguieron ir transmitiendo a la población los misterios de fe referidos al nacimiento de Jesús. Para ello, diseñaron unas celebraciones que comenzaban con la convocatoria en los atrios de las iglesias durante los nueve días previos a Navidad, del 16 al 24. Primero rezaban el Rosario, luego representaban algunos pasajes navideños de forma teatralizada y concluían repartiendo dulces y frutas mientras juntos cantaban villancicos. Esas representaciones evolucionaron hacia unas procesiones desde la iglesia a las casas, cada día a una diferente. La comitiva acompaña con luces a sendas imágenes en andas de la Virgen María y su esposo José, “los Santos Peregrinos”, junto a un burro y un ángel que va guiando. Van rezando un misterio del Rosario durante el recorrido. Al llegar a la casa, los fieles llaman a la puerta y la familia anfitriona, tras un diálogo en forma de letanía, abre finalmente la puerta. Entran al patio de casa “los Santos Peregrinos” y allí se rompe una piñata con forma de estrella de siete puntas (cada punta es un pecado capital). Los dulces y frutas que caen representan los dones de Dios, el palo con que se rompe su fortaleza y la venda de los ojos, la fe ciega en Él.

Estas “posadas” se celebran en Méjico, Guatemala, Honduras, El Salvador y Panamá. Con algunas variantes, la “novena de aguinaldos” es similar en Colombia, Ecuador y Venezuela. En España subsiste un ejercicio análogo, “las jornadas”, en la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta, y también “las posadas” en algunos conventos carmelitanos. Propias de Italia y de este tiempo de Adviento son las procesiones de “la clara estrella”. 



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27ª Entrega (Jueves 20-Noviembre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)


¿Qué tipos de cruces aparecen en los emblemas de las cofradías salmantinas?

Los cristianos nos reunimos “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” haciendo la señal de la cruz. Nuestras procesiones las abre la cruz de guía, que va marcando el camino de forma luminosa. No es raro entonces que muchas de las cofradías lleven la gran señal de la fe cristiana a sus emblemas, como carta de presentación y declaración de principios. Todas estas cruces de los anagramas se refieren, claro está, a la Santa Cruz de Cristo, pero no todas las cruces son iguales. Repasamos con brevedad las cruces que aparecen en los escudos de algunas hermandades salmantinas.

La Cofradía de la Vera Cruz, y por extensión la de la Oración del Huerto que nació como su filial, presenta en su escudo una “cruz del Calvario”, cruz latina con dos escalones que evocan la escalera del Descendimiento y un semicírculo que se refiere también al Gólgota. El sudario se enmarca en el modelo “cruz de penitencia”. Cruz latina es también la de la Cofradía de Cristo Yacente, la de Jesús Amigo de los Niños, la del Cristo del Amor y de la Paz, y lo era la de Jesús de la Promesa. Son cruces cuyo tramo horizontal se cruza dejando un cuarto del vertical por encima de la intersección y tres cuartos por debajo.

Por su parte, la Seráfica Hermandad y la de Jesús del Perdón presentan una cruz griega potenzada circunscrita a un cuadrado que recuerda en algo a forma de la Cruz de Jerusalén.  Griega es la cruz sobre la que Jesús Flagelado superpone el emblema de las Congregaciones Marianas. La Congregación de Jesús Nazareno se identifica con una cruz también latina, pero con círculos a modo de cantoneras. Por su parte, las extinguidas cofradías del Cristo de las Batallas y el Cristo del Amparo escogieron cruces representativas de los colectivos que las fundaron. La de excombatientes adoptó la Cruz de Santiago, una orden militar, mientras que la de los médicos eligió una versión de la Cruz de Malta en verde, insignia de una orden hospitalaria. Las ocho puntas de la Cruz de la Orden de Malta se refieren a las ocho bienaventuranzas.

Por razón de su vinculación a la Orden de Predicadores, tanto la Hermandad Dominicana como la Archicofradía del Rosario se definen con la cruz dominicana, flordelisada en blanco y negro. Lo mismo ocurre con la Congregación de Jesús Rescatado y la Hermandad del Vía Crucis, que identificamos con la cruz trinitaria, en la que el tramo azul horizontal sería el Hijo, el tramo vertical rojo el Espíritu Santo y el fondo blanco el Padre. Como reconocimiento a sus sedes canónicas, Jesús Despojado usa la Cruz de San Benito y la Oración del Huerto la de la Orden del Carmen.

Algunos de estos símbolos y otros fueron muy bien explicados recientemente por los cofrades participantes en el itinerario formativo “Paso a Paso” que organiza nuestra Diócesis de Salamanca. 


                                               
        Emblema de la Hermandad Dominicana                                    Emblema de la Seráfica Hermandad 

Emblema de la Congregación de Jesús Rescatado


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26ª Entrega (Jueves 13-Noviembre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografías: Ángel Hernández Torres y www.confrariasantcrisdelagonia.org


¿Qué encuentros de cofradías por advocaciones ha acogido Salamanca?

Ante la reciente noticia de que una hermandad salmantina, la de Jesús Despojado, acogerá en 2015 la segunda edición del encuentro nacional de cofradías que comparten esa misma advocación, podemos recordar otros cuatro eventos similares que ha acogido Salamanca. Dos hermandades, la Universitaria y la del Cristo de la Agonía, los convocaron por vez primera con motivo de sendos aniversarios, pero su iniciativa no fue continuada con la periodicidad que requieren estos encuentros si aspiran a consolidarse como una cita de referencia.

La Hermandad Universitaria programó el Primer Encuentro de Hermandades Penitenciales Universitarias, celebrado del 27 de febrero al 1 de marzo de 1998, dentro de los actos de su cincuentenario fundacional. En colaboración con la Universidad de Salamanca, cuyo rector presidió la apertura del encuentro, se programó una intensa jornada académica con tiempo para la teología, el arte, la etnografía, el derecho, la poesía y el cine, proyectándose “Cristo en la ciudad”, de Marcel Hanoun, en la Filmoteca Regional. La iglesia de la Clerecía acogió la Misa de clausura.  Tres años después, del 1 al 4 de marzo de 2001, sería la Seráfica Hermandad la que ejerciese de anfitriona de cofradías procedentes de varios puntos de España y puestas bajo la protección de una imagen  del Cristo de la Agonía. Reflejo de estos días de confraternidad pudo verse algunos años en la procesión del Jueves Santo, manifestado en los hábitos de alguna de esas hermandades. Más afianzada en el tiempo ha resultado la vinculación de la cofradía universitaria salmantina con la vallisoletana, con la que además de apellido comparte advocación, el Cristo de la Luz.

Quizá más recordados, por haber incluido una procesión extraordinaria en su programa, sean la XXIª Peregrinación Nacional de Cofradías de la Vera Cruz de septiembre de 2004 y el XXXIIº Encuentro de Hermandades de Ntra. Sra. de la Soledad, en octubre de 2005. La Vera Cruz acogió la reunión anual de cofradías cruceras, que forman una Confraternidad con sede en Sevilla. Se programó una sesión de conferencias en el auditorio San Blas, una visita a la ciudad y recepción en el Ayuntamiento y una procesión con el Lignum Crucis hasta la Catedral Vieja, donde el Obispo presidió la Eucaristía. El paso titular regresó tras la misma a la Capilla de la Vera Cruz y allí culminó con la ofrenda floral de cada cofradía a la Inmaculada, antes de la comida de clausura.

Por su parte, la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad logró reunir a unos mil quinientos cofrades soleanos de toda España y desarrollar una serie de ponencias en el Palacio de Congresos, un certamen de bandas y una cena de confraternización, finalizando el encuentro con una Misa en la Catedral Nueva presidida por el Obispo y procesión extraordinaria de la Virgen, sin el palio, hasta la Plaza Mayor, donde el alcalde colocó una medalla a la imagen de Benlliure, en un domingo muy lluvioso. 



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25ª Entrega (Jueves 06-Noviembre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografías: Alberto García Soto


¿Por qué se denomina Nuestro Padre a algunas imágenes de Jesús?

"Padre, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya", ora Jesús en Getsemaní. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", reza Jesús en la Cruz. Son apenas dos frases de las últimas horas de Cristo, bien conocidas por los cofrades. Del mismo Cristo que se dirigía a su "Abba, Padre" y enseña a los apóstoles a decir "Padre nuestro...". Es Jesús el Hijo único que el Padre ha entregado por amor a los hombres y para su salvación. El Padre y el Hijo que, junto al Espíritu, son las tres personas divinas en la unidad de amor que es el único Dios.

Entonces, ¿por qué hablamos de Nuestro Padre Jesús Nazareno o de Nuestro Padre Jesús Flagelado? ¿Por qué Jesús del Perdón, o Jesús Despojado, o Jesús de la Pasión son invocados como "Nuestro Padre"? De entrada, parecería una grave confusión teológica deslizada desde antiguo en el particular vocabulario de la piedad popular, y no faltará quien al leer o escuchar eso de "Nuestro Padre Jesús" se sorprenda, por no estar acostumbrado a esta terminología. ¿Qué sentido tiene llamar Padre al que es, en realidad, el Hijo?


Sin duda, el sentido que el pueblo ha ido descubriendo al saber que cada hombre es hijo de Dios, por adopción, gracias a Jesús, el Hijo único de Dios. En este sabernos hijos de Dios, al que podemos llamar Padre, el pueblo, las cofradías, la fe sencilla y sincera, termina llamando Padre a Jesús, porque por Él somos hijos de Dios, porque lo más grande para un hijo es su padre, y no extraña que quiera dirigirse llamando Padre a aquel que le ha dado lo máximo, su condición de hijo de Dios. Este "Nuestro Padre Jesús" es padre en la fe del pueblo, de la cofradía, sin dejar de ser el Hijo, la segunda persona de la Trinidad divina. No es ninguna puesta en duda del dogma, sino humano afecto a la persona divina de Cristo, que tomó nuestra misma condición humana y nos enseñó que es "con el Padre, una sola cosa".


El propio Jesús indica en el evangelio de Mateo: "No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno sólo es vuestro Padre, el del Cielo". ¿Acaso está diciendo que no llamemos "padres" a quienes nos han engendrado? ¿O más bien nos está ayudando a comprender que toda paternidad procede de Dios, tanto biológica como espiritual? Es ésta, también, la razón de que a los sacerdotes se les llame "padres", o que las congregaciones religiosas hablen de sus fundadores como "padres" ("nuestro padre San Francisco", "nuestro padre Santo Domingo", etc.), que hablemos de los "Padres de la Iglesia" al referirnos a determinadas figuras de los primeros siglos del cristianismo, o que el Papa sea el "Santo Padre".



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24ª Entrega (Jueves 30-Octubre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografías: José Fernando Santos Barrueco


¿Cómo honran a los difuntos las cofradías salmantinas?

 “La Iglesia de los peregrinos, desde los primeros tiempos del cristianismo, tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo, y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos, y ofreció sufragios por ellos, porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados”. Así refrenda el Concilio Vaticano II la venerable costumbre de rezar por el eterno descanso de las almas de los difuntos, obra de misericordia espiritual muy presente en la vida de las cofradías. Y hasta no hace tantas décadas, también se dedicaban algunas de ellas a la obra de misericordia corporal de “enterrar a los muertos”, bien a sus propios miembros, a pobres sin medios, o a condenados a muerte que eran acompañados por los cofrades en sus últimas horas.

Si nos aproximamos a las constituciones y reglamentos de las hermandades más antiguas, comprobaremos que las alusiones a las exequias de los cofrades son numerosas. En las de la Vera Cruz, por ejemplo, se definían los distintos tipos de sepelio para cofrades diputados que hubieran servido o no la mayordomía, sus mujeres e hijos, hermanos de paso, criados, viudas de cofrades, etc. oscilando según los casos la cantidad de cera, la música, el número de sacerdotes, o la obligatoriedad de asistencia de los cofrades, cuya ausencia estaba multada según los casos. Era habitual el uso del hábito penitencial como mortaja, práctica mantenida con más frecuencia en la Congregación de Jesús Nazareno, y también solían contar las cofradías con féretro para el entierro: la Cofradía de la Vera Cruz se lo facilitaba a las familias de los hermanos de paso fallecidos junto a una limosna. Precisamente la Capilla de la Vera Cruz acogía tres misas de funeral cada mes de noviembre: por los hermanos diputados, por los hermanos de paso y por las señoras de la asociación devocional de la Virgen de los Dolores.

La importancia de los ritos funerarios ha descendido en la actividad cofrade, pero es fácil enumerar algunos ejemplos en los que el recuerdo de los difuntos está muy presente. Es habitual la oración por ellos en reuniones o asambleas, o antes de salir la procesión, en la que ocasionalmente el paso puede ser alzado en memoria de algún hermano fallecido o lucir las andas o alguna insignia un crespón negro por el mismo motivo (blanco en la procesión de Pascua). Sobre la tumba de los cofrades difuntos se depositan con frecuencia flores que han exornado los pasos, o incluso palmas del Domingo de Ramos en el caso de la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños, tal y como recoge Rosa Lorenzo. Junto al Nazareno de San Julián, en el frontal de sus andas, una crucecita de plata representa a cada congregante difunto que, de esa manera, sigue acompañando cada Viernes Santo a su imagen de devoción. Los familiares de los cofrades fallecidos son invitados, por su parte, a marchar tras el Cristo Yacente de la Misericordia en la madrugada del Jueves Santo. 

No faltan los cultos especialmente dedicados a los cofrades que nos precedieron, generalmente la Misa ofrecida en sufragio por sus almas: la Vera Cruz el primer domingo de noviembre, Jesús Nazareno en fechas navideñas, Jesús Rescatado el 2 de noviembre, la Dominicana también durante ese mes, la Universitaria el Lunes Santo en la capilla de San Jerónimo (edificio histórico de la Universidad), la Oración del Huerto en su fiesta patronal de San Isidro, etc. La Vera Cruz y el Vía Crucis han venido convocando celebraciones de la Palabra cada noviembre en la capilla del cementerio de San Carlos, lugar muy vinculado a dos hermandades que veneran allí a sus imágenes. La de Nuestra Señora de la Soledad custodia en la capilla del camposanto la primera de las que acompañó por las calles salmantinas, entre 1890 y 1904. En 2013 volvió a desfilar por el cementerio esta antigua Virgen de la Soledad, portada por los jóvenes de la hermandad en la Conmemoración de los Fieles Difuntos.  Por su parte, Amor y Paz rinde culto al Cristo de la Liberación, que cada Viernes de Dolores es trasladado desde el cementerio hasta el Colegio Fonseca. La imagen del yacente protagoniza un triduo y besapiés los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, con salida extraordinaria por las calles del cementerio en este 2014 debido a su 25º aniversario. Miembros de esta hermandad realizan una necesaria labor de acogida y consuelo en el grupo de exequias que recibe los cortejos fúnebres y dirige una última oración.

Otra imagen vinculada a los difuntos es el Cristo de la Cruz Verde que, portado por un cofrade, precede al Cristo de los Doctrinos en la noche del Lunes Santo. Esta valiosa talla del XVII probablemente era el Cristo que la Cofradía de la Vera Cruz sacaba los entierros, y que en el verdor de su cruz, “el árbol de la Vida”, transmitiría un aliento de esperanza en la vida eterna a los que lloraban la pérdida del hermano. Todos ellos, cofrades fallecidos de la Vera Cruz, acompañan simbólicamente la procesión del Resucitado en la “pendonilla de difuntos”, elaborada por la hermana Natividad Martín, con el emblema de la cofradía sobre terciopelo negro. 




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23ª Entrega (Jueves 23-Octubre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografías: Alberto García Soto


¿Qué advocación de Cristo comparten Salamanca y Alcalá de Henares?

Ambas ciudades, Salamanca y Alcalá de Henares, son Patrimonio de la Humanidad. Fueron los dos grandes centros universitarios durante la época floreciente del Renacimiento en España. Y, además, comparten una particular advocación de Crucificado: en las dos sale a la calle, cada Semana Santa, el Cristo de los Doctrinos.

Es conocida por todos la talla de la salmantina Cofradía de la Vera Cruz, que se venera en la capilla homónima, a los pies del templo, y desfila en la procesión del Lunes Santo, creada en torno al Cristo de los Doctrinos en 1985 y redefinida en 2006 como estación ante el Santísimo Sacramento de la Catedral Nueva, y en la procesión del Santo Entierro, como imagen central del paso El Calvario. Varios autores sostienen que este Cristo, probablemente de finales del siglo XVII, se encontraría en el colegio de Nuestra Señora de las Nieves o de los Niños de la Doctrina y que, cuando éste cerró sus puertas en 1779, pasaría a la sede de la cofradía que lo venía sacando en procesión, acompañado por los huérfanos alumnos del colegio, “los doctrinos”, que le precedían portando los atributos de la Pasión. Tampoco es descartable que la imagen fuera uno de “los Cristos” que aparecen citados en los inventarios de la Vera Cruz y que su advocación, posiblemente “de la Fe”, fuera trocada por la asimilación con su cortejo infantil que formaban “los doctrinos”. Ese nombre lleva la calle donde se hallaba el desaparecido colegio.

En el caso alcalaíno, la imagen del Cristo de los Doctrinos también está relacionada con un Seminario de Niños de la Doctrina Cristiana, en concreto el fundado en 1581 por un sacerdote toledano que enseñaba Teología en la Universidad Complutense, don Juan López de Úbeda. Lo levantó sobre una antigua ermita en la que se veneraba desde mediados del siglo XIII una imagen del Cristo de la Misericordia. El fundador encargó la talla a un jesuita, Domingo Beltrán, que la realizó entre 1587 y 1590. Los universitarios de la ciudad del Henares dieron lugar a la tradición de pedirle ayuda a este Cristo, por lo que a su oratorio se le empezó a conocer como ermita universitaria. Parece que por allí pasaron tanto San José de Calasanz como San Ignacio de Loyola.

En Alcalá de Henares el Cristo de los Doctrinos tiene cofradía propia desde 1661 y sale el Jueves Santo, desde 1945 junto a una talla  de la Virgen de la Esperanza bajo palio. Los cofrades visten un traje inspirado en la indumentaria universitaria, con toga, birrete y beca. Ambos pasos son llevados en carroza de ruedas y acompaña la procesión una representación de la Brigada Paracaidista que tuvo sede en Alcalá. 


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22ª Entrega (Jueves 16-Octubre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografías: Alberto García Soto


¿Cristo, a un tiempo, redimido y Redentor?

Este próximo domingo, el tercero de octubre, la Congregación de Jesús Rescatado y Nuestra Señora de las Angustias celebra la Fiesta del Santísimo Redentor. Se trata de una festividad del calendario litúrgico propio de la Orden Trinitaria, recuperada recientemente por la congregación, que la conservó durante muchos años. En España era costumbre celebrarla en septiembre, si bien en Roma se mantuvo el 23 de octubre, desde su concesión en 1734. Se honra especialmente en este día a Jesús en su advocación de Divino Redentor Rescatado, recordando la liberación de la imagen sagrada de Jesús de Medinaceli de manos musulmanas en el sultanato de Marruecos, en el año de 1682. La devoción a este Nazareno, rescatado por los padres trinitarios y venerado en Madrid, fue extendida por las diversas casas de la orden y llegó a muchos puntos de España, entre ellos muy pronto a Salamanca.

El rescate de cautivos es uno de los carismas propios de la Orden de la Santísima Trinidad, cuyo fundador, San Juan de Mata, está enterrado en la parroquia homónima de Salamanca. También es vocación clara de la Orden de la Merced, surgida en España el mismo año en que nació la Universidad de Salamanca, 1218. Desde antiguo, trinitarios y mercedarios tuvieron casa en Salamanca y actualmente también contamos con comunidades de ambas órdenes.

Por otro lado, heredando la costumbre judía de indultar a un preso por la Pascua, que en aquel primer Viernes Santo de la Historia fue Barrabás y no Jesús, la Semana Santa fue vista como un tiempo propicio para que la Iglesia solicitase a la autoridad civil la gracia de la liberación de un recluso. Su origen hay que buscarlo en la Ley del Perdón del Viernes Santo promulgada por el rey Juan II de Castilla en 1447. Esta medida se asociaría posteriormente a alguna de las imágenes procesionales y cofradías, siendo la más conocida la de Jesús el Rico, en Málaga, que se remonta al reinado de Carlos III (1759).

Ciertas hermandades han logrado aunar estos indultos propios de la Semana Santa, que no son privilegios de estas instituciones sino procedimientos ordinarios (en torno a la veintena cada año a petición de las cofradías), con el carisma peculiar de las congregaciones en las que surgieron, ya fueran la Trinidad o la Merced, como ocurre en Santander. En Salamanca ninguna de las dos cofradías vinculadas a los trinitarios (Jesús Rescatado y Vía Crucis) es la encargada de solicitar cada año el indulto de un preso, pues con este objeto se fundó en 1944 la Hermandad de Jesús del Perdón.

El Redentor, redimida su imagen por el hombre redimido, redime cada año a varios de sus hermanos encarcelados. “Estuve preso y vinisteis a verme (…) Cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mateo 25,36.41). Es la suya una palabra de perdón y de libertad. “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, anunciar la libertad a los presos, a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor (…) Hoy se cumple ante vosotros esta Escritura” (Lucas 4, 18-19.21).


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21ª Entrega (Jueves 09-Octubre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografías: Alberto García Soto


¿Salen procesiones del Rosario en Semana Santa?

El ejercicio del Santo Rosario es una de las prácticas piadosas más extendidas entre los fieles cristianos y recomendadas por la Iglesia. Junto a la oración personal o en familia, es habitual que se rece en los templos de manera comunitaria, especialmente en los meses de mayo y octubre. En su exhortación Marialis cultus, el próximamente beato Pablo VI decía del Rosario que “exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezcan, en quien ora, la meditación de los misterios de la vida del Señor”. Siendo como es una oración mariana, el llamado Salterio de la Virgen, es ante todo una oración muy evangélica, pues nos ayuda a contemplar la vida de Jesús, su paso salvador.  Entre los misterios del Rosario, los dolorosos ponen nuestra mirada sobre las horas de la Pasión y Muerte de Cristo, y esto ha inspirado la definición de algunos desfiles de Semana Santa conformados como un Rosario procesional.

Uno de ellos es el Santísimo Rosario del Dolor del Lunes Santo en Valladolid, creado a mediados del siglo XX. Participan seis cofradías alumbrando a los pasos representativos de los cinco misterios dolorosos (Oración del Huerto, Flagelación, Coronación de Espinas, Camino del Calvario y Crucifixión) y la imagen de María, en este caso Nuestra Señora de la Vera Cruz, iglesia penitencial que es punto de salida y llegada de la procesión. Los cinco misterios se van rezando en cinco paradas que se realizan a lo largo del recorrido.

Con similar esquema pero mucho más reciente (2001), el mismo día de Lunes Santo tiene lugar el Rosario de Pasión de la Hermandad de Santa Marta y la Sagrada Cena, en León. Los pasos que ilustran los misterios no son todos ellos imágenes de la capital leonesa, sino que algunos proceden de parroquias de pueblos de la provincia. Una cofradía que ha logrado encargar pasos representativos de los cinco misterios dolorosos del Santo Rosario es la del Cristo de la Caridad de Murcia, en sus poco más de veinte años de historia. Salen el Sábado de Pasión junto a un San Juan, una Verónica y una Dolorosa.

Diferentes modelos son los de Burgos, con sus rosarios penitenciales, cuatro a lo largo de la Semana Santa, y Palencia, cuya Cofradía de la Vera Cruz organiza el Rosario del Dolor en la tarde del Domingo de Ramos, subiendo hasta el popular Cristo del Otero, emblema de la ciudad del Carrión.

También Salamanca tuvo, aunque sólo fuera un Lunes Santo, el de 1949, su procesión del Rosario Doloroso. Dos jóvenes cofradías, la de Jesús de la Promesa, filial de la Dominicana, y la de Jesús Flagelado, recién creada a partir de la sección existente en la Vera Cruz, acordaron unirse para celebrarla. La primera de ellas aportaría el Ecce-Homo de San Esteban, adaptado como grupo de la Coronación de Espinas, Jesús de la Pasión y el Cristo de la Promesa. La segunda acompañaría a la Oración del Huerto, que cedería la Vera Cruz para el acto, y a Jesús Flagelado, aunque finalmente fue sustituido por el paso de Los Azotes. No se repitió la experiencia y la Hermandad de Jesús Flagelado se integró únicamente en el Santo Entierro, quedando en la noche del Lunes Santo, con sus tres pasos, la de Jesús de la Promesa.


Cristo de la Vera Cruz que procesiona en el Rosario del Dolor (Palencia)

Virgen Dolorosa de la Vera Cruz que procesiona en el Rosario del Dolor (Valladolid)


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20ª Entrega (Jueves 02-Octubre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Alberto García Soto


¿Cuidan los ángeles de la Semana Santa salmantina?

Este 2 de octubre la Iglesia celebra la fiesta de los santos Ángeles Custodios y el pasado 29 de septiembre fueron honrados los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Corresponde poner la mirada sobre ellos y hacer un apunte sobre su importancia en la Semana Santa y las cofradías.

El Catecismo de la Iglesia Católica los define como “seres espirituales, no corporales, servidores y mensajeros de Dios”. Presentes en toda la Historia de la Salvación, fue un ángel, Gabriel, el encargado de anunciar a María la Encarnación del Hijo de Dios en su seno virginal, y fueron los ángeles quienes anunciaron a los pastores el Nacimiento de Jesús o le sirvieron en el desierto cuando se retiró y fue tentado por el demonio. Es un ángel el que consuela a Cristo en la agonía de Getsemaní: “Y se le apareció un ángel del cielo reconfortándolo” (Lucas 22, 43). Y es otro ángel, caracterizado como un joven vestido con una túnica blanca, el que da el gozoso mensaje de la Pascua a las santas mujeres: “No os asustéis. Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado. Ha resucitado” (Marcos 16,6).

En nuestra Semana Santa salmantina, y en concreto en el patrimonio de la Cofradía de la Vera Cruz, hemos contado con representación de estas intervenciones angélicas en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. El ángel confortador de Getsemaní aparece en el paso de la Oración en el Huerto de los Olivos, que procesiona con la cofradía homónima y es venerado en la iglesia conventual del Carmen de Abajo. El ángel anunciador de la Resurrección figuraba en el paso de las Tres Marías junto al Sepulcro abierto y vacío, que se ha conservado en la procesión de Pascua reducido a la urna. Las imágenes de las santas mujeres se conservan, a la espera de ser restauradas para su recuperación, pero desgraciadamente no ocurre lo mismo con la figura del ángel.

En la obra “Semana Santa en Salamanca. Arte y cultura en la Semana Santa salmantina”, Juan José Andrés Matías también atribuye la condición de ángel a la imagen ataviada con blanca túnica y manto azul en el grupo escultórico del Santo Entierro, de la Congregación de Jesús Nazareno. Otros entienden que se trata de Santa María Magdalena. Por su parte, cuatro ángeles sostienen la Cruz, acompañados por un quinto, en el paso La Soledad de la Cruz de la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad.

Además de algunas cabezas de ángeles que aparecen en andas procesionales, especialmente valiosos son los angelitos pasionarios que escoltan la imagen de Jesús Flagelado, seguramente tallados por el propio Luis Salvador Carmona. Portan corona de espinas, flagelo, hisopo y lanza. Seis angelitos portadores de atributos pasionales saca en sus pasos la Vera Cruz: con el Santo Sepulcro portan corona de espinas y clavos, además de los escudos de la ciudad y la cofradía; con el Lignum Crucis sostienen martillo, hisopo, lanza y escalera. Deliciosos resultan los angelitos que dotan de música celestial el paso del Resucitado con chirimía, corneto, violín y viola da gamba.

Sin dejar la cofradía decana, hay que mencionar una figura de sus cortejos barrocos, la de los “ángeles” vestidos con túnicas de tafetán morado escoltando los atributos de la Pasión y la imagen de Cristo Nuestro Bien en la procesión del Entierro, o ataviados con blancos ropajes y alas en el desfile de la Resurrección. Una visita a la Capilla de la Vera Cruz no deja lugar a dudas respecto a la querencia angelical de la cofradía, que cada año por San Miguel evaluaba las cuentas que le presentaban sus mayordomos y administradores, en coincidencia con el final del año agrícola y ganadero, algo lógico teniendo en cuenta sus propiedades. Una magnífica talla del Arcángel San Miguel venciendo al Diablo luce en el retablo mayor de la Capilla de la Vera Cruz, trasladado desde su altar a los pies del templo. 


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Entrega Especial (Lunes 08-Septiembre-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Alberto García Soto


Santa María de la Vega, una patrona por coronar

Salamanca, ciudad decididamente mariana en el Barroco, comprometida en la defensa de la creencia en la Inmaculada Concepción de María a través del Concejo, la Universidad y el Cabildo Catedralicio, fiel devota de su patrona Santa María de la Vega y amante de otras advocaciones con notables muestras, como los Remedios o el Rosario, ha sido escenario, como es natural, de numerosas transformaciones sociales y religiosas. Añorar hoy con nostalgia las circunstancias del siglo XVII nos sumergiría en una máquina del tiempo amarga y averiada, y el destino no sería otro que 2014, el tiempo que nos ha tocado vivir. Entre las devociones religiosas que hemos recibido se halla, después de muchas vicisitudes, cambios de sede, ruinas y glorias, luces y sombras, la de Santa María de la Vega, patrona de Salamanca y su Tierra. Corresponde agradecer el legado, cuidar lo mucho y bueno que hay en él, pero también revisarlo y potenciarlo en sintonía con el momento actual de nuestra Iglesia y nuestra sociedad. Que lo tradicional no resulte anacrónico sino vivo y vigente, pues esto será señal de que ciertamente toca el corazón y lo vuelve hacia Dios. Así, la devoción se manifiesta exteriormente en una serie de prácticas sostenidas en una actitud interior de fe. Así es auténtica y coherente devoción, es decir, consagración, dedicación.

Como es sabido, es costumbre muy antigua que la imagen sagrada de María luzca una corona. Madre del Rey Eterno, la Virgen participa de su realeza y nos ampara a todos en las tareas del Reino de Dios. No sería hasta el siglo XIX cuando la liturgia romana incorporara el ritual de la coronación canónica de las imágenes de Nuestra Señora. Abrió brecha en España la patrona del Moncayo, la Virgen de Veruela. Fue en 1881 y por impulso de los jesuitas. La han seguido advocaciones célebres de resonancia mundial y patronas de pequeños pueblos. Unas quinientas imágenes han sido coronadas, y pronto lo será Nuestra Madre de las Angustias en la vecina Zamora. De entre las capitales de provincia, que no todas han sido tradicionales cabeceras de diócesis, Salamanca es una de las siete que no ha coronado a su patrona. Cuando las iglesias locales y ciudades españolas impulsaron la coronación de sus patronas, la devoción a Santa María de la Vega vivía momentos de aún tímida recuperación, con el paso por San Esteban y el posterior traslado a la Catedral. En los años del nacional-catolicismo (1952), la Plaza Mayor de Salamanca acogió la coronación de Nuestra Señora de la Peña de Francia, vinculada también a la recuperada diócesis de Ciudad Rodrigo y con devoción mucho más allá de los límites diocesanos, gracias a los dominicos.

Que Santa María de la Vega no esté coronada puede resultar llamativo, y en efecto indica que durante los siglos XIX y XX la devoción a la patrona ha languidecido. Comenzado el XXI, puede ser un buen momento para volver a María y beber en Ella de las fuentes del Evangelio, que en Persona llevó en su seno. Puede ser la hora de rescatar la mejor tradición de nuestra Iglesia local salmantina y rezar ante la sagrada imagen que desde siempre fue amada como protectora de los que vivieron su fe en la ciudad del Tormes. ¿Por qué no una coronación canónica el 6 de mayo de 2018, cuando se cumplirán cuatro siglos del voto inmaculista del Concejo salmantino ante la Virgen de la Vega? ¿Por qué no un camino compartido y sereno para reimpulsar la devoción a la patrona como un medio evangelizador, siempre fieles a la sencillez de María, sin endiosarla ni coronarla como Ella no querría?


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PRIMERA TEMPORADA


19ª Entrega (Jueves 12-Junio-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía 1: María Teresa Álvarez Pérez-Tabernero
Fotografía 2: www.macari-melgar.blogspot.com


¿Sale en procesión el santo patrono de Salamanca?

En nuestra ciudad aún no lo hace, pero nos equivocaríamos si pensásemos que la devoción a San Juan de Sahagún, el fraile agustino que Salamanca escogió por patrono en 1602, un año después de ser beatificado, se trata de un fenómeno reducido al ámbito local salmantino, o a Sahagún de Campos, la localidad leonesa donde vio la luz en 1419. A cinco años de cumplirse el sexto centenario de su nacimiento, y en el día de su fiesta, 12 de junio, merece la pena conocer un poco mejor el impacto de la devoción que muy diversos lugares comparten a este gran apóstol de la paz y de la Eucaristía.

En su pueblo de Tierra de Campos, evidentemente fray Juan es sacado en procesión, igual que hace la Casa de Salamanca en Leganés, pero resulta curioso comprobar cómo el santo agustino es muy querido y honrado en tierras americanas gracias a que en los siglos XVI y XVII fue fomentado el conocimiento de su vida y, una vez beatificado en 1601, el culto a sus reliquias e imagen sagrada. Esta tarea la asumieron los misioneros de la Orden de San Agustín, que por ejemplo pusieron bajo el título y protección de nuestro patrono su convento en la ciudad mejicana de Salamanca, tan antigua como el patronazgo de fray Juan sobre la Salamanca española. El templo agustino atesora varios monumentales retablos barrocos. En Colombia existe un municipio llamado Sahagún, a causa del leonés, y también adoptó el 12 de junio como día de su fiesta.

Sería en el virreinato del Perú donde arraigara con más fuerza la devoción a San Juan de Sahagún. Cuentan las crónicas que en 1614 hubo una gran peste y decidieron llevar la imagen del entonces Beato Juan de Sahagún por todo Perú. Una de las localidades más agraciada con curaciones fue Cuzco, que lo eligió patrono. Lo mismo ocurrió con otra importante ciudad peruana, Arequipa. Son muchos los pueblos del Perú que festejan a San Juan de Sahagún cada 12 de junio, como es el caso de Macari, en la fotografía que ilustra este artículo. Elementos culturales indígenas están muy presentes en las celebraciones dedicadas al santo patrono de Salamanca.

Los agustinos han extendido la devoción a San Juan de Sahagún por todo el mundo. Aunque no son muy habituales en nuestra diócesis salmantina, existen imágenes del santo. Un ejemplo es la de Granada que acompaña estas líneas, en la que el santo aparece con beca de colegial, procedente a buen seguro de algún convento agustino desamortizado en el siglo XIX, como ocurrió con el de Salamanca donde se conservaba su sepulcro (hoy en la Catedral Nueva), o la de la capilla de San Juan de Sahagún en la Catedral de Burgos, pues no en vano fue miembro de su cabildo.


Fotografía 1: Imagen del Santo en el Monasterio de San Jerónimo de Granada



Fotografía 2: Imagen del Santo en Macari (Perú)


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18ª Entrega (Jueves 05-Junio-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Alberto García Soto


¿Por qué se celebran tantas romerías marianas en Pentecostés?

Subieron a la sala superior donde se alojaban. Eran Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el celota y Judas el de Santiago. Todos estos perseveraban con un mismo interés en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y sus hermanos. (…) Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente un ruido del cielo, como de viento impetuoso, llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron como lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo… (Hechos de los Apóstoles 1,13-14. 2,1-4).

La Solemnidad de Pentecostés, culminación de la cincuentena pascual, conmemora esta efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles, junto a los que estaba María. Es la Pascua de la Iglesia, el inicio de su misión anunciadora del Evangelio. María, Esposa del Espíritu Santo y Madre de la Iglesia, es una figura importante para comprender y celebrar bien este misterio. Por esto, la piedad popular atesora un gran número de advocaciones marianas y romerías vinculadas a Pentecostés, que si se viven con autenticidad y claridad suponen una gran ayuda para conocer un poco mejor a la menos conocida de las personas de la Santísima Trinidad, al Espíritu Santo.

Quizá la romería más renombrada sea la de la Virgen del Rocío, patrona de la localidad onubense de Almonte, que se desarrolla precisamente en Pentecostés desde que en el siglo XVII se cambiara la advocación (antes Santa María de las Rocinas) y la fecha de la fiesta (previamente el 8 de septiembre). Halló así la hermandad almonteña un nombre de profundas resonancias bíblicas (“Cielos, enviad rocío de lo alto, y las nubes lluevan al justo; ábrase la tierra y brote el Salvador”. Isaías 45,8) y una hermosa inserción en el calendario litúrgico. Al Espíritu Santo se refería la aclamación “viva la Blanca Paloma”, por la que engalana manto, palio y camarín de la Virgen, pero con el paso del tiempo se entendió por dirigido a Nuestra Señora. Explica Juan Infante-Galán que “en el lenguaje bíblico, la paloma no es sólo figura y símbolo del Espíritu Santo, sino que significa y representa también al pueblo de Israel, al pueblo de Dios, a la comunidad perfecta de la gracia mesiánica, a la Iglesia. La paloma, símbolo del Espíritu Santo y de la Iglesia –de María también como tipo y figura de la Iglesia-, viene a ser en la devoción rociera signo de la vinculación del estrecho nudo que existe entre el Espíritu Santo, María y la Iglesia. A la Virgen del Rocío le viene propia y exactamente dado ese bello piropo bíblico de Blanca Paloma”.

En la vecina Zamora, su patrona, Nuestra Señora de San Antolín o de la Concha, sale en romería hasta el cercano pueblo de La Hiniesta, algo que viene haciendo desde 1291 cada Lunes de Pentecostés. En nuestra diócesis salmantina adquieren protagonismo Nuestra Señora de Valdejimena en Horcajo-Medianero, la Virgen del Cueto en Matilla de los Caños, la de Majadas Viejas en La Alberca, o la de la Misericordia en Cantalapiedra. Son sólo algunos ejemplos. No debe sorprender que en varias diócesis  y congregaciones religiosas se celebre, el Lunes de Pentecostés, la fiesta de Santa María Madre de la Iglesia.



Nuestra Señora de la Concha, patrona de Zamora


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17ª Entrega (Jueves 29-Mayo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Alberto García Soto


¿Por qué hay procesiones de Crucificados durante todo el año?

Se ha leído y escuchado muchas veces últimamente, en contestación a la propuesta reorganización del programa de procesiones de la Semana Santa salmantina, que puestos a cambiar días y horas de salida de hermandades, todos los crucificados deberían salir en Viernes Santo. Se ignora con esa respuesta que la representación de Cristo en la Cruz trasciende toda cronología, y si en la Liturgia se pone el acento sobre la representación del Resucitado en este tiempo de Pascua, simbolizado por el cirio pascual, o sobre otros aspectos a lo largo del año litúrgico, en el calendario de la Piedad Popular goza de gran protagonismo la figura del Crucificado.

Sin ir más lejos, el próximo domingo, Solemnidad de la Ascensión del Señor, en Salamanca desfila el Santísimo Cristo de los Milagros. En realidad, lo hacía en el domingo entre las solemnidades de la Ascensión y Pentecostés, puesto que la primera de ellas anteriormente se celebraba el jueves previo. Esta procesión tenía un componente de rogativa y hay que relacionarla con el calendario agrícola, tan entrelazado en nuestra tierra con el religioso. No es el único Crucificado que es honrado en el tiempo de Pascua, pues son muchas las imágenes vinculadas al tiempo de las romerías, al renacer de la vida que brota de la Cruz donde Cristo ha dado el verdadero fruto. Pensemos, en nuestra provincia, en la romería del Cristo del Monte de Alaraz, que coincide con el Lunes de Aguas, o en el Cristo de la Misericordia en Hinojosa de Duero, que se celebra el último domingo de abril y también se relaciona con una rogativa que dio buen resultado, a consecuencia de una larga sequía.

Dos fechas, el 3 de mayo y el 14 de septiembre, las fiestas de la Invención de la Cruz y la Exaltación de la Cruz, suprimida ahora la primera, son en muchos pueblos “el día del Cristo”, que algunos incluso tienen por patrono. Por extensión, mayo y septiembre son meses en los que abundan los cultos a crucificados. En no pocos hay una ermita del Humilladero donde se veneran estas devotas imágenes. Buenos ejemplos son el Cristo del Amparo en Tamames, que tiene sus fiestas en septiembre, o el Cristo del Refugio en Candelario, que se celebra en mayo, igual que el Divino Cordero de San Felices de los Gallegos, que no es Crucificado sino Nazareno con la cruz a cuestas. El Cristo de la Laguna, en Aldehuela de Yeltes, tiene la romería el 3 de mayo y la fiesta el 14 de septiembre.

Fuera de estos períodos, no puede dejar de mencionarse al Cristo de Hornillos, en Arabayona de Mógica, cuya romería se celebra en una fecha ya muy avanzada, el último domingo de octubre, y por supuesto el Cristo de Cabrera, en Las Veguillas, que concita a miles de fieles cada 18 de junio. 


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16ª Entrega (Jueves 22-Mayo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: www.borriquitaalgeciras.com


¿Cuáles son las hermandades salesianas?

El 24 de mayo es una fecha marcada con letras de oro en el calendario de la piedad popular, muy especialmente en Salamanca. Es la fiesta de María Auxiliadora, la advocación de la Virgen en la que puso el acento San Juan Bosco y la congregación salesiana ha propagado por todo el mundo. Vinculadas a las obras salesianas, las asociaciones de María Auxiliadora agrupan a numerosos fieles y promueven la veneración de Nuestra Señora como Auxilio de los cristianos.

Es una constante en la historia de la Iglesia que algunas congregaciones de religiosos hayan suscitado la fundación de asociaciones laicales adscritas a su carisma y promotoras de algunas devociones concretas. En Salamanca tenemos el ejemplo de los franciscanos con la Cofradía de la Vera Cruz o de los dominicos con la Archicofradía del Rosario. Durante el siglo XX, estas fundaciones en el seno de congregaciones religiosas han sido menos frecuentes, pero en vísperas de la fiesta de María Auxiliadora debemos mirar a las hermandades salesianas surgidas en nuestro país, especialmente en Andalucía, impulsadas a menudo por los antiguos alumnos de los colegios salesianos. La mayoría son muy recientes.

En Utrera, primer lugar de España al que llegaron los hijos de Don Bosco (1881), es salesiana la cofradía del Cristo del Amor y la Virgen de las Veredas, conocida popularmente como “los Estudiantes”. Hay hermandad salesiana en las principales capitales andaluzas: en Sevilla la de la Esperanza de la Trinidad, que sale el Sábado Santo, tiene por titular a San Juan Bosco y por sede el Santuario de María Auxiliadora; en Málaga alumbran al Cristo de las Penas; en Granada, al Cristo de la Redención y a la Virgen de la Salud; en Córdoba, a Jesús del Prendimiento y Ntra. Sra. de la Piedad; en Cádiz, a Jesús del Amor Despojado de sus vestiduras, obra de Francisco Romero Zafra como su homónima salmantina.

Hasta dos hermandades salesianas tienen Algeciras, Úbeda, Montilla o Pozoblanco. Localidades tan significativas como Jerez de la Frontera o La Línea de la Concepción acogen también cofradías nacidas en la familia salesiana. Un pasaje escogido por varias de ellas es el de la Entrada Triunfal en Jerusalén. Tienen por costumbre reunirse anualmente en un encuentro inspectorial, en el que están invitadas a participar todas las cofradías de la provincia salesiana, y muchas de ellas cuentan con reliquias de San Juan Bosco u otros santos salesianos.

Fuera de Andalucía, buenos ejemplos son la Hermandad del Prendimiento y la Virgen de la Paz en Mérida o la de la Santa Cena en Alicante, cofradía antigua que los antiguos alumnos salesianos reorganizaron en 1962. Ahora trabajan en la pro-hermandad de las Tres Caídas en Badajoz. ¿Habrá algún día en la muy salesiana Salamanca una cofradía alentada por esta congregación o vinculada al siempre joven y renovador espíritu de Don Bosco?


Paso de Jesús del Amor, de una de las hermandades salesianas de Algeciras


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15ª Entrega (Jueves 15-Mayo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: José Fernando Santos Barrueco


¿Quiénes forman el santoral cofrade salmantino?

“Ser santo no es oficio de unos pocos ni una pieza de museo. La santidad ha sido en todo tiempo la sustancia de la vida cristiana” (Luigi Giussani).

También en nuestras cofradías salmantinas apreciamos ejemplos de esa vida cristiana con verdadera sustancia, culminada en la santidad. Seguro que muchos de los cofrades que nos han precedido son santos, porque ya viven junto a Dios, aunque no los veamos en los altares.

El testimonio de los santos nos ayuda a seguir a Jesús, quizá imitando el modo en que ellos lo han seguido, quizá  inspirándonos por su manera de rezar, de relacionarse con los demás… Por eso, también son adoptados como titulares por algunas hermandades y venerados de forma particular. En Salamanca tienen cofradía propia San José y San Pío V, cotitular de la Archicofradía del Rosario, por ejemplo. En la Semana Santa, varios santos que compartieron la Pasión con Jesús figuran en los pasos procesionales. Además de la Santísima Virgen María, podemos ver a San Juan Evangelista en los pasos de la Oración del Huerto, El Calvario y el Santo Entierro. San Pedro aparece también en la Oración del Huerto, como Santiago, y en El Prendimiento. Santa María Magdalena comparece en El Calvario y en el Santo Entierro, y además lo hacía en el conjunto del Sepulcro vacío de la mañana de Pascua, junto a María Salomé y María Cleofé, pendientes las tres imágenes de ser restauradas y recuperadas para el desfile de Resurrección. Dimas, el Buen Ladrón, considerado el primer santo ya que el mismo Jesús le abrió las puertas del Cielo (“Hoy estarás conmigo en el Paraíso”), forma parte del grupo del Descendimiento. A la apócrifa Santa Mujer Verónica la encontramos en el paso de La Caída, en el que también vemos a Simón de Cirene, presente además en el Nazareno de San Julián. El Cireneo es un personaje que sí citan los Evangelios. Por su parte, los santos varones Nicodemo y José de Arimatea sostienen el cadáver del Señor en el paso del Santo Entierro. Por último, el grupo de Jesús Amigo de los Niños incluye la imagen de San Marcos Evangelista narrando el pasaje de la Entrada en Jerusalén.

En los pasos procesionales, la presencia de los santos a menudo figura en las esquinas del conjunto, como una preciosa escolta de la imagen de Cristo o su Madre. Buenos ejemplos son los cuatro evangelistas en el paso de Jesús de la Pasión, los patronos de las cuatro facultades históricas (San Raimundo de Peñafort – Derecho; San Isidoro de Sevilla – Letras; San Alberto Magno - Ciencias;  San Lucas – Medicina) en el de la Hermandad Universitaria, o más recientes, en el paso de Jesús Despojado, las efigies de los patronos de la diócesis (San Juan de Sahagún y Santa Teresa de Jesús), de la primera santa salmantina (Madre Bonifacia) y de Juan Pablo II, que en 2014 ha salido como beato y en 2015 ya lo hará como santo. El paso del Prendimiento se ha decorado con relieves de santos vinculados a las sedes de Agonía y Perdón (San Francisco, Santa Clara, Santa Úrsula y San Bernardo). El santo de Asís a su vez aparece en el Lignum Crucis, aludiendo a los orígenes franciscanos de la Vera Cruz. El paso del Cristo de la Buena Muerte manifiesta también la condición dominicana de su hermandad, con la presencia del fundador Santo Domingo de Guzmán, incluyendo así mismo al apóstol Santiago, patrono de España, mientras que en el paso de La Piedad está representando el apostolado completo. Numerosos santos dominicanos acompañan en su paso a la Virgen del Rosario en octubre.

Menor es la presencia del santoral en el calendario de cultos de las cofradías. La Cofradía de la Oración en el Huerto, fiel a sus circunstancias fundacionales, sigue honrando cada 15 de mayo a su patrono, San Isidro Labrador. El carmelita San Juan de la Cruz ha quedado relacionado con el paso que procesiona esta hermandad, al integrarse en el retablo creado para mostrar el grupo escultórico de Getsemaní. También tuvo importancia en la Vera Cruz la responsable del hallazgo de la Cruz de Cristo, Santa Elena, que desfilaba el 3 de mayo en la antigua fiesta de la Cruz, mientras que la de San Miguel Arcángel (29 de septiembre) determinaba una de sus asambleas ordinarias. San Juan Evangelista y San Benito han dado nombre a los grupos de jóvenes de Rosario y Despojado respectivamente, que del mismo modo han recurrido a San Martín de Porres y Santa Juana Jugan para protagonizar sus banderines de caridad. Por otro lado, la Vera Cruz y Jesús Despojado custodian reliquias de Santa Bonifacia Rodríguez de Castro, y se anunció que la hermandad del Cristo del Amor y de la Paz incorporaría reliquias de las mártires carmelitas de Guadalajara en el paso de María Nuestra Madre.

“La santidad no es el lujo de unas pocas personas, sino sencillamente una obligación para ti y para mí” (Teresa de Calcuta).



San Isidoro en el paso de la Hermandad Universitaria


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14ª Entrega (Jueves 08-Mayo-2014) 
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)


¿Europa tiene también procesiones de Semana Santa?

Sabemos que nuestra tradición de la Semana Santa llegó a los territorios que formaron el Imperio Español (a América, a Filipinas, o a Guinea Ecuatorial, por ejemplo), pero nuestro continente, Europa, el que aparece en la serie de banderas de los continentes recuperada este año por la Vera Cruz, cuyo día celebramos cada 9 de mayo, también cuenta con procesiones penitenciales. Repasemos someramente algunas de ellas

Cerca de Salamanca, en el vecino Portugal, destacan las celebraciones de la ciudad de Braga, que incluyen la procesión de los Pasos el Domingo de Ramos, la de la “Burrinha” el Miércoles Santo (se refleja en ese día la alianza del Antiguo Testamento hasta la Huída a Egipto), la del Ecce Homo el Jueves Santo y la del Entierro el Viernes Santo. Una figura característica en la Semana Santa de Braga es la de los “farricocos”, unos penitentes que desfilan descalzos portando antorchas o matracas. Óbidos, ochenta kilómetros al norte de Lisboa, ofrece a su vez varios desfiles en los que se combinan las imágenes en talla con la participación de los fieles en el papel de santas mujeres, romanos, judíos, etc.

Algunas regiones de la actual Italia fueron parte de la Corona de Aragón y del Imperio Español. Vestigio de aquella presencia son las procesiones en Sicilia. Afamadas las de Trapani, entre las que hay que subrayar la de los Misterios, que se prolonga desde las primeras horas de la tarde del Viernes Santo hasta el mediodía del Sábado Santo. Sacan veinte pasos portados en andas por los llamados “massari”. También Cerdeña conserva procesiones, como las de Cagliari, y en la Italia continental son varios los ejemplos, como Taranto o Sorrento, donde se aprecia la huella española en su Semana Santa.

Finalmente, en Francia, merece la pena destacar la procesión de la Sanch (de la Sangre) cada Viernes Santo en Perpignan. Se relaciona a San Vicente Ferrer con el origen de esta costumbre que data de 1416. La isla de Córcega depara grandes sorpresas, como la procesión de Catenacciu en Sartène: el “penitente rouge”, por el color de su túnica, arrastra anónimamente una pesada cruz y cadenas atadas a sus pies, precediendo la imagen yacente de Cristo muerto llevado en andas bajo palio negro.


    Procesión del Catennaciu en Sartène, Córcega.


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13ª Entrega (Jueves 01-Mayo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Sellos de Correos


¿Aparece la Semana Santa en las colecciones de sellos?

Los sellos son un reflejo más de la cultura de un pueblo. En sus colecciones, los filatélicos reúnen muchos argumentos para aproximarse a la geografía, historia, arte, literatura y tradiciones de un país. En los de España, como no podía ser de otra manera, no falta una de las costumbres más arraigadas en nuestra patria, la Semana Santa.

Son muchas las cofradías y hermandades que, con motivo de aniversarios u otras circunstancias, se asocian a los grupos filatélicos de sus ciudades y solicitan a Correos emisiones conmemorativas, matasellos del primer día, etc. Acogidas al servicio “Tu Sello”, añaden el elemento filatélico a sus eventos con un diseño personal, llevando sus imágenes de devoción al entrañable espacio de las cartas que remiten a sus hermanos y otras instituciones.

No obstante, como abordar esta realidad reciente sería inabarcable, al igual que sucedería con los sellos adhesivos tipo pegatina (ATM), en los que proliferó la temática mariana, y en particular las coronaciones canónicas, me ceñiré a los sellos clásicos emitidos por España.

A finales de los ochenta se emitieron, dentro de la serie dedicada a las fiestas populares, algunos sellos alusivos a las celebraciones de Semana Santa más notables. El de Zamora (19 pesetas, 13 abril 1987) reproduce un cuadro de Gallego Marquina, fallecido ese mismo año, en el que este pintor zamorano se autorretrata junto a Miguel de Unamuno viendo la procesión de la Cofradía de Jesús Nazareno, en concreto el paso de La Agonía. El mismo día y con la misma tirada de cuatro millones, pero con un valor facial de 48 pesetas, salió el sello dedicado a la Semana Santa de Sevilla, que representa al Señor de Pasión con la Puerta del Perdón catedralicia al fondo. Otras imágenes sevillanas ya habían protagonizado sellos de Correos: la Esperanza Macarena en 1964 con motivo de su coronación canónica (1 peseta) y el Cristo de la Expiración en 1982, cuando se cumplían tres siglos de su hechura (9 pesetas). Del sello de la Macarena, emitido el 30 de mayo, víspera de la coronación, se emitieron siete millones de ejemplares. El sello del Cachorro, del que tiraron seis millones de unidades, salió el 5 de noviembre, el mismo día que el Papa Juan Pablo II, peregrino en España, beatificó a Sor Ángela de la Cruz en el hispalense Campo de la Feria.

Volviendo a la serie citada, el 30 de marzo de 1989, con una tirada algo inferior, vieron la luz los sellos de Valladolid (20 pesetas) y Málaga (50 pesetas). A la ciudad del Pisuerga la representó el Atado a la Columna que tallara Gregorio Fernández para la Vera Cruz y a la capital malacitana Jesús el Rico. Tres años antes, en 1986, Cuenca había abierto camino con un sello que anunciaba su Semana de Música Religiosa.

Cuando la Exposición Filatélica Nacional se celebró en la localidad turolense de Alcañiz, del 2 al 10 de abril de 1993, también se emitió un sello ilustrativo de su Semana Santa, distinguida por sus tamborradas. Dentro de la serie Arte Español, disfrutamos del Ángel de la Oración del Huerto que tallara Francisco Salzillo para la murciana Cofradía de Jesús. Fue en el año 2000, con un sello cuyo valor facial fue de 70 pesetas.



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12ª Entrega (Jueves 24-Abril-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Heliodoro Ordás Gómez


¿En qué consiste el Vía Lucis?

Recientemente, en diversos lugares, se está difundiendo un ejercicio de piedad denominado Vía Lucis. En él, como sucede en el Vía Crucis, los fieles, recorriendo un camino, consideran las diversas apariciones en las que Jesús – desde la Resurrección a la Ascensión, con la perspectiva de la Parusía – manifestó su gloria a los discípulos, en espera del Espíritu prometido (cfr. Jn 14,26; 16,13-15; Lc 24,49), confortó su fe, culminó las enseñanzas sobre el Reino y determinó aún más la estructura sacramental y jerárquica de la Iglesia.

Mediante el ejercicio del Vía Lucis los fieles recuerdan el acontecimiento central de la fe – la Resurrección de Cristo – y su condición de discípulos que en el Bautismo, sacramento pascual, han pasado de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia (cfr. Col 1,13; Ef 5,8).

Esto nos cuenta el “Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia”, bien conocido ya por lectores de esta sección. Aunque todavía no es una práctica devocional muy extendida en las parroquias, varias cofradías de Salamanca la han incorporado a sus programas de actos de Pascua, mucho más escasos que los de Cuaresma.
La pionera fue la Congregación de Jesús Rescatado y Nuestra Señora de las Angustias, que lo celebra el sábado posterior al Domingo de Resurrección en la iglesia de Santo Tomás Cantuariense. El bello templo románico, dependiente de la parroquia de San Pablo, se va iluminando poco a poco, a medida que se van meditando las apariciones del Resucitado a María Magdalena, los apóstoles, los de Emaús, Tomás...

Otra cofradía que lo celebra, desde hace siete años, es la Vera Cruz. El día del Vía Lucis es bajada de su hornacina la sagrada imagen de Jesús Resucitado, que en alguna ocasión es ataviada con la vestidura blanca, como la que se ponía a los bautizados en la noche pascual. A partir del cirio pascual se van encendiendo velas, una por cada luz de este camino orante. Finalmente se venera el Cristo que sale cada mañana de Domingo de Pascua por las calles salmantinas.

También la Hermandad del Silencio ha incluido el Vía Lucis en su calendario de Pascua, en el que sobresale, en esa misma línea, el acto poético “Luz y Palabra”, en torno al aniversario fundacional de la cofradía de Pizarrales.

Por su parte, el Equipo Diocesano de Pastoral Juvenil anuncia para la noche del próximo 17 de mayo el IIIº Vía Lucis Joven, en un encuentro de oración en el que los jóvenes cofrades invitan a toda la comunidad diocesana a testimoniar juntos la presencia del Resucitado. Llevarán procesionalmente una talla que se conserva en la parroquia de San Sebastián.

Un Vía Lucis muy especial en nuestra provincia es el que organizan la Asociación Amigos del Camino de Santiago, de Fuenterroble de Salvatierra, y la Cofradía Misionera de la Resurrección, de Beleña. Se trata de un Vía Lucis peregrino, a lo largo de una treintena de kilómetros, a modo de marcha pascual.


Concluye el Directorio que, el Vía Lucis, además, puede convertirse en una óptima pedagogía de la fe, porque, como se suele decir, "per crucem ad lucem". Con la metáfora del camino, el Vía Lucis lleva desde la constatación de la realidad del dolor, que en el plan de Dios no constituye el fin de la vida, a la esperanza de alcanzar la verdadera meta del hombre: la liberación, la alegría, la paz, que son valores esencialmente pascuales.


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11ª Entrega (Jueves 10-Abril-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Heliodoro Ordás Gómez


¿Por qué abrir la Pasión caminando con María?

Así como en el plan salvífico de Dios (cfr. Lc 2,34-35) están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa, también los están en la Liturgia y en la piedad popular.
Como Cristo es el "hombre de dolores" (Is 53,3), por medio del cual se ha complacido Dios en "reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz" (Col 1,20), así María es la "mujer del dolor", que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión (socia Passionis).
Desde los días de la infancia de Cristo, toda la vida de la Virgen, participando del rechazo de que era objeto su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada (cfr. Lc 2,35). Sin embargo, la piedad del pueblo cristiano ha señalado siete episodios principales en la vida dolorosa de la Madre y los ha considerado como los "siete dolores" de Santa María Virgen.
Así, según el modelo del Vía Crucis, ha nacido el ejercicio de piedad del Vía Matris dolorosae, o simplemente Vía Matris, aprobado también por la Sede Apostólica. Desde el siglo XVI hay ya formas incipientes del Vía Matris, pero en su forma actual no es anterior al siglo XIX. La intuición fundamental es considerar toda la vida de la Virgen, desde el anuncio profético de Simeón (cfr. Lc 2,34-35) hasta la muerte y sepultura del Hijo, como un camino de fe y de dolor: camino articulado en siete "estaciones", que corresponden a los "siete dolores" de la Madre del Señor.


Recurrimos nuevamente al “Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia” para acercarnos a la oración del Vía Matris, ejercicio piadoso que en algunas ciudades y pueblos ha servido para conservar y actualizar la devoción a los Dolores de la Virgen en el día en que antiguamente se conmemoraban en la Liturgia. Como es sabido, la fiesta es ahora el 15 de septiembre, si bien en aquellos templos donde existe una acreditada devoción a una imagen de la Virgen de los Dolores es posible celebrar la Misa propia también en este último viernes de la Cuaresma.


En Salamanca, desde 2004, la Cofradía de la Vera Cruz viene organizando una procesión popular como culminación de la novena a la Stma. Virgen de los Dolores. Cuando se cumplían doscientos cincuenta años de la primera salida procesional de La Dolorosa (1754), se recuperó este desfile inaugural de la Semana Santa, perdido más de tres décadas atrás. A lo largo del itinerario se meditan los siete dolores de la Virgen María: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, el Niño perdido y hallado en el templo, el encuentro en el camino del Calvario, la muerte de Jesús, su descendimiento de la Cruz y su entierro.

Ese mismo día, la ciudad de Ávila reza el Vía Matris junto al Cristo de los Afligidos y la Virgen de la Paz, partiendo de la iglesia de Santa Teresa. Los cofrades visten hábito de inspiración carmelitana. Sin salir de la provincia abulense, la Vera Cruz de Arévalo también organiza un Vía Matris con el paso de la Virgen de los Dolores. No muy lejos, Segovia se une en este 2014 a la plegaria del camino doloroso de María, pues los antiguos alumnos maristas trasladarán en Vía Matris procesional la imagen de la Virgen de las Angustias desde la iglesia conventual del Corpus Christi hasta su colegio.

Las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempo, señala el Directorio. Cada cristiano, cada cofrade, está llamado a recorrer este camino con la Iglesia. No hay mejor manera de comenzar la Semana Santa que buscar y encontrar en María a nuestra compañera de viaje, de procesión, de acera, para contemplar a su Hijo como Ella lo contempla.


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10ª Entrega (Jueves 03-Abril-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Cofradía de la Vera Cruz (Salamanca). Hermandad de Jesús Despojado (Salamanca) y Hermandad del Amor y de la Paz (Salamanca)


¿Por qué novenas, quinarios y triduos?

Este jueves de la cuarta semana de Cuaresma, como cada año, comienza el solemne novenario a la Santísima Virgen de los Dolores, la imagen de mayor devoción de la Cofradía de la Vera Cruz. La novena de la Dolorosa es el culto más antiguo de los dedicados a una imagen procesional de la Semana Santa salmantina, y en su día era tanta la asistencia de fieles que, para facilitar la participación, se celebraba en la iglesia de la Purísima, mucho más espaciosa que la recoleta capilla de la Vera Cruz. La novena tenía lugar por la tarde, con exposición del Santísimo Sacramento, predicación a cargo de un sacerdote, bendición eucarística, reserva y canto de la Salve a la Virgen. Hay que recordar que para recibir la comunión era preciso guardar un ayuno de doce horas (ahora reducido a una hora simbólica), por lo que las Misas solían ser matinales. Por esto, sólo había Eucaristía en el día de la fiesta de la Virgen, el Viernes de Dolores, a una hora temprana. Era la llamada “Comunión General” para los cofrades de la Vera Cruz, en la que cumplían con el tercer mandamiento de la Iglesia: comulgar al menos una vez al año, por Pascua. Actualmente el cumplimiento de este precepto queda en la conciencia de cada fiel, pero en su momento cada párroco expedía un certificado acreditativo de que el feligrés había comulgado por Pascua. Los cofrades de la Vera Cruz tenían la oportunidad de hacerlo en su capilla, junto a la Virgen de los Dolores, en el día de su fiesta, antesala ya de la Pascua. Un vestigio de aquella Eucaristía puede ser la que ahora celebra la Vera Cruz en la mañana del Domingo de Ramos, al igual que otras cofradías, como las que fueran sus filiales, Jesús Flagelado y Oración del Huerto, la Hermandad Universitaria, o la de Ntra. Sra. de la Soledad, que sigue denominándola “Comunión General”.

La de la Dolorosa es la única novena dedicada a una imagen de la Semana Santa, pero son muchas las que se celebran a lo largo del año litúrgico en la ciudad: Santa María de la Vega, San Juan de Sahagún, Candelas, Salud, Divina Pastora, Rosario, María Auxiliadora, Sagrado Corazón, etc.  Los nueve días de oración antes de una fiesta relevante nos remiten a los que transcurrieron desde la Ascensión del Señor hasta la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Los apóstoles junto a María, la Madre de Jesús, permanecieron unidos en oración durante nueve días, invocando las gracias divinas. Dos mil años después, seguimos su ejemplo como un medio muy valioso para preparar las fiestas litúrgicas, y en el caso de la Dolorosa de la Vera Cruz, la celebración del Misterio Pascual en la Semana Santa.

Otra forma de culto adoptada por nuestras cofradías es el quinario, que se identifica con la oración a las cinco llagas de Cristo: las de manos y pies provocadas por los clavos, y la del costado herido por la lanza. Quinarios en su honor tienen Ntra. Sra. de las Angustias y N.P. Jesús Despojado de sus vestiduras. Otro quinario es el del Cristo de los Milagros, que no se celebra en días consecutivos sino cada martes de Cuaresma, culminando con un concurrido besapiés en la parroquia de Sancti-Spíritus. A esta imagen tan señera se le dedica una novena como preparación de su fiesta, en el tiempo de Pascua.

El esquema más repetido es el del triduo, tres días que nos hacen pensar en las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en el triduo de los triduos, el Pascual, con sus tres días dedicados a la Muerte, la Sepultura y la Resurrección del Señor, prologados por el Jueves de la Cena. Triduo convoca la Congregación de Jesús Nazareno, previo a su fiesta principal del Domingo de Pasión (en la que también conserva la referencia a la “Comunión General”), la de Ntra. Sra. de la Soledad dedicado a su titular, y las de Jesús Flagelado y Cristo Yacente, que lo denominan “triduo de penitencia”. El del Cristo de la Agonía, titular histórico de la Seráfica Hermandad, se celebra en la iglesia de los Capuchinos los días de Lunes, Martes y Miércoles Santo. Fuera del tiempo cuaresmal tienen lugar el triduo al Cristo del Amor y de la Paz, en torno a la fecha fundacional de la hermandad homónima (2 de febrero), y el triduo a la Santa Cruz, con motivo de la fiesta principal de la cofradía decana (14 de septiembre).


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9ª Entrega (Jueves 27-Marzo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Iván Marcos


¿Qué oración comparten casi todas las cofradías salmantinas?

Si se echa un rápido vistazo a las actividades anuales programadas por las hermandades de Semana Santa de nuestra ciudad, y en especial a sus agendas de Cuaresma, se puede contestar, sin temor a equivocarnos, que la más común a todas ellas, además de la Eucaristía y la procesión, es el rezo del Santo Vía Crucis. El Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, que ya se ha citado en esta sección, nos explica que el Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad Media: la peregrinación a Tierra Santa, durante la cual los fieles visitan devotamente los lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las caídas de Cristo bajo el peso de la Cruz; la devoción a los caminos dolorosos de Cristo, que consiste en ir en procesión de una iglesia a otra en memoria de los recorridos de Cristo durante su Pasión; la devoción a las estaciones de Cristo, esto es, a los momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario, o porque le obligan sus verdugos o porque está agotado por la fatiga, o porque, movido por el amor, trata de entablar un diálogo con los hombres y mujeres que asisten a su Pasión”.


Esta devoción, que aúna otras anteriores, entronca muy bien con el sentido de las procesiones de Semana Santa. En Salamanca contamos con una hermandad que lleva por titulación el Vía Crucis, y en su desfile del Jueves Santo lo va rezando a lo largo del recorrido. También aparece como un momento destacable en la procesión de Jesús del Perdón. En su día se desarrolló dentro de la prisión provincial, con la participación de los reclusos, luego en la Huerta de los Jesuitas, y actualmente junto al Arco del Perdón. En esta misma procesión, el paso “Camino del Calvario” nos muestra un Vía Crucis presidido por la Cruz con el sudario. También han salido estandartes u otros elementos con las estaciones del Vía Crucis en la Hermandad Dominicana o la Hermandad del Silencio, aunque quizá la serie más significativa sea la del Cristo de los Milagros.

El tiempo de Cuaresma, y en particular los viernes, es propicio para meditar las últimas horas de la vida de Cristo, sus palabras y acciones. Así lo vienen haciendo las cofradías salmantinas y también la Junta de Semana Santa, que en 1995 impulsó el Vía Crucis Popular, presidido en esa ocasión por el Cristo de la Luz. Recordaba aquella salida en Vía Crucis a la del Sábado Santo de 1977 (histórico por otro motivo), cuando la Hermandad Universitaria regresó a las calles salmantinas tras unos años sin salir. Este piadoso ejercicio compartido por todas las hermandades se celebra ahora en el primer viernes de Cuaresma y da comienzo a una sucesión de Vía Crucis organizados por diversas cofradías.

La Congregación de Jesús Rescatado los convoca cada viernes, y tenía por costumbre rezarlo el Viernes Santo en San Esteban, en atención a los años en que la parroquia de San Pablo residió en el convento de los dominicos. Ese mismo día, la Congregación de Jesús Nazareno celebra uno de sus cultos más señeros, el Vía Crucis en la Catedral. Según refleja F.J. Blázquez en sus estudios históricos, esta tradición se remonta a la segunda o tercera década del siglo XIX. También los cofrades de la Vera Cruz lo rezaban en la mañana del Viernes Santo, ayudados por las estaciones que en 1911 erigiera Don Jenaro, su capellán, en el templo del Campo de San Francisco. La oración la protagoniza hoy en día la imagen de Jesús con la Cruz a cuestas, el Nazareno Chico, un viernes de Cuaresma.

Singulares escenarios resultan el patio barroco de la Pontificia para el que organizan Jesús Flagelado y la Universitaria o el claustro de las Dueñas para el convocado por Amor y Paz el Domingo de Pasión. Las calles de sus feligresías son las escogidas por el Silencio o el Vía Crucis (en este año de sus bodas de plata llegará hasta el hospital de la Santísima Trinidad), mientras que Jesús de la Pasión, en la víspera de su festividad, también sale en Vía Crucis por las cercanías de San Esteban. La Hermandad de Jesús Amigo de los Niños lo ha incorporado a su programa de actos cuaresmales, participando en el mismo sus cofrades adultos, y la Seráfica Hermandad lo celebra con el Cristo de la Agonía en el entorno de las Úrsulas. Tampoco falta el Vía Crucis en los necesarios traslados de Jesús Despojado y Amor y Paz, que veneran las imágenes durante el año en templos diferentes a los de su salida penitencial. 


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8ª Entrega (Jueves 20-Marzo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: www.coloraos.com


¿Cuáles son los pasos antes de la Pasión?

El próximo domingo, tercero de la Cuaresma, escucharemos un evangelio muy hermoso en la celebración de la Eucaristía, el diálogo de Jesús con la samaritana junto al pozo de Jacob. En esta conversación, Jesús se revela como “agua viva” que sacia para siempre nuestra sed. La Iglesia ha querido recordar este episodio en el que la identificación de Cristo con el agua que salva y convierte el corazón, como ocurrió con el de la mujer samaritana, nos hace mirar hacia la noche de la Pascua, en la que renovamos nuestro bautismo. Por esto, no debe sorprender que muchas cofradías, especialmente en el área de Levante y Murcia, cuenten entre sus pasos con el de “Jesús y la Samaritana”. Se trata así de recordar un rico pasaje de la Escritura que se ha escuchado en la Cuaresma y nos prepara para entender los sucesos de la Pasión. La Archicofradía de la Preciosa Sangre de Murcia, los populares “coloraos”, acompaña el grupo que tallara Roque López en 1799. Su maestro Francisco Salzillo lo había esculpido ya para Cartagena, pero tuvo que rehacerse al ser destruido en los desgraciados sucesos de 1936. Samaritanas desfilan en Crevillente, Alicante, Hellín, Totana, Jumilla, Cieza, Orihuela y otras localidades. 

Remontándonos hasta el inicio de la vida pública de Jesús, nos encontramos con el suceso de su bautismo en el río Jordán. Sorprende verlo representado en una procesión de Semana Santa, pero la de Cuenca lo incluye en su Procesión del Perdón del Martes Santo. Los dos primeros pasos del desfile son el de San Juan Bautista (Luis Marco Pérez, 1942) y el Bautismo del Señor (Dubé de Luque, 2000). En las puertas de la Pascua, a las que nos ha conducido el camino cuaresmal, un recordatorio de la creencia “en un solo bautismo para el perdón de los pecados” y del anuncio del Bautista: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.


Si Juan el Bautista fue el precursor de su llegada, María Magdalena fue la primera en anunciar su Resurrección. Aunque su presencia en grupos escultóricos pasionales o pascuales es frecuente, también exenta, aparece en Orihuela y Murcia como la mujer que unge con un rico perfume a Jesús antes de la Pasión, ante la crítica del Iscariote (Juan 12,1-8). En León también sale la Unción de Betania, pero quien unge a Jesús en este caso es otra María, la hermana de Lázaro. Es motivo de controversia entre los estudiosos de la Sagrada Escritura si ambas Marías pudieran referirse a la misma persona, o si tienen que ver con la pecadora arrepentida que ungió a Jesús en la casa de Simón el leproso o con la mujer adúltera a la que salvó de la lapidación. Como se ve, también en las cofradías hay divergencia a la hora de llevar a un paso la Unción de Betania. Siguiendo con la cofradía leonesa de Santa Marta y la Sagrada Cena, hay que mencionar otro de sus pasos, la Casa de Betania (Víctor de los Ríos, 1969), en la que acompañan a Jesús las dos hermanas de Lázaro, Marta y María. También comparten paso en otra hermandad leonesa, la del Gran Poder, que a su vez muestra a un Jesús implorante en “La oración en el templo”. Ambos conjuntos fueron tallados por Miguel Bejarano en 2002.


Menos presente en los pasos que sus hermanas, el propio Lázaro de Betania sí figura en otro paso de “los coloraos” murcianos, que le fue encargado a José Antonio Hernández Navarro en 1985. Veintitrés años después talló para Cartagena otra casa de Lázaro, esta vez incluyendo la presencia de la Santísima Virgen. Es precisamente la ciudad departamental, y en concreto la hermandad california, la que más ha incidido en los pasos que desarrollan temas previos a la Pasión. Su procesión del Domingo de Ramos tiene por paso titular la Entrada en Jerusalén, pero es precedida por los siguientes grupos: el Bautismo de Jesús, el Primado de Pedro, la Conversión de la Samaritana, la Elección de los Zebedeos, el Sermón de la Montaña, los Milagros de Jesús (otro tema cuaresmal, pues se ha escogido la curación de Bartimeo, el ciego de nacimiento, que escucharemos en el cuarto domingo), Jesús camino de Jerusalén rechazado por los samaritanos, Jesús con los niños y la Unción de Betania. La cofradía murciana de la Esperanza también quiso incorporar para su procesión de Ramos el arrepentimiento de la Magdalena y el “Dejas que los niños se acerquen a mí”.

Para concluir, un momento que no aparece en los relatos evangélicos pero sí en la tradición piadosa. Unos lo ubican al concluir la Última Cena, antes de que Jesús marchara a orar a Getsemaní. Otros, al inicio de su último camino hacia Jerusalén, en la casa de Nazaret. Me refiero a “La Despedida” de Jesús y María antes de la Pasión. La vecina Zamora la contempla el Lunes Santo en el grupo de la hermandad de la Tercera Caída que realizara en 1957 el escultor de Hervás, Enrique Pérez Comendador. En 2004 se la encargó la cofradía california a Hernández Navarro y sale cada Viernes de Dolores en Cartagena, cuya iconografía procesional recorre como ninguna otra la vida pública de Jesús.  


Paso de la Samaritana, Murcia

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7ª Entrega (Jueves 13-Marzo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: www.tarracom.blogspot.com


¿Tienen "hermanos" los pasos salmantinos?

Si por “padre” entendemos el escultor o imaginero artífice de algún paso de la Semana Santa salmantina, son numerosos sus “hijos” repartidos por diferentes pueblos y ciudades de España. Cuando los visitamos en los templos o los vemos transitar por las calles, no nos resistimos a establecer comparaciones o buscar parecidos como tantas veces hace entre “hermanos”.

Como ocurrió en Salamanca, las imágenes de Luis Salvador Carmona no le fueron encargadas para salir en procesión, pero varias de ellas lo han terminado haciendo. Por ejemplo, el Cristo de la Fe y del Perdón de la madrileña Hermandad de los Estudiantes, que sale en la tarde del Domingo de Ramos desde la Basílica Pontificia de San Miguel. Se trata de una joven cofradía con apenas tres décadas de historia. Por su parte, León disfrutó de otra Piedad de Carmona, incorporada por la Cofradía de Minerva y Vera Cruz en 1939. Lamentablemente, la iglesia de San Martín sufrió un incendio nueve años después y la talla, prácticamente destruida, hubo de ser intervenida por Antonio Cruz Collado.

Si volvemos al Madrid cofrade, daremos con una obra de Mariano Benlliure, el Divino Cautivo, para una hermandad en cuya fundación se comprometió personalmente. Obras célebres salidas de su genio son el Nazareno del Paso y el Cristo de la Expiración malagueños, el Yacente de Hellín, o el Jesús de la Caída de Úbeda, “la Salamanca de Andalucía”, que participó en el Vía Crucis de la JMJ Madrid 2011. Zamora atesora su talento juvenil en El Descendido (1879) y una atrevida y acertada apuesta en Redención (1931). La Cofradía California de Cartagena y la localidad alicantina de Crevillente, donde tiene dedicado un museo, guardan muchos de los pasos de Benlliure.

Hubo pasos que nunca salieron en procesión por las calles de nuestra ciudad pero los salmantinos pudieron conocer. Cuando en las Escuelas Menores, a comienzos de los años cuarenta, se afanaban Inocencio Soriano Montagut o Francisco González Macías para cumplir con los plazos de entrega, los curiosos pudieron seguir cómo marchaban la Piedad de Tortosa o la Oración del Huerto ovetense que tallaba el catalán, o el Cristo de la Misericordia solicitado al bejarano desde un Gijón que había perdido todas sus imágenes procesionales en tiempos de la Guerra (in)Civil. Para su ciudad natal, Macías realizó un Calvario y un Jesús con la Cruz a cuestas. Medina del Campo saca su Descendimiento y Lugo una Santa Cena, escena que Salamanca todavía no ha logrado incorporar. Tampoco la Entrada en Jerusalén abocetada por Macías, que finalmente se encargó de serie en Olot, por lo que es el paso salmantino, hoy ledesmino, que tiene más “hermanos”, junto al antiguo Jesús del Vía Crucis. El rastro de Montagut hay que seguirlo en su región, Cataluña: una Flagelación y el Cristo de los Penitentes en Tarragona, el Ecce Mater Tua en Tortosa.

El zamorano Hipólito Pérez Calvo, fallecido en 2009, dejó obra procesional en Toro, Zamora, La Bañeza y León, mientras que el cacereño Vicente Cid ha tallado una Soledad para Béjar y un Resucitado para Arévalo. Francisco Romero Zafra, imaginero cordobés, tiene repartidos Cautivos y Dolorosas por muchas provincias. Controvertidos resultaron el Despojado de Alicante, primero rehecho, luego accidentado y finalmente sustituido, y la palentina Traición de Judas, ambos obra de Carlos Guerra del Moral, cuyos últimos trabajos se han centrado en San Juan de Ávila, su más ilustre paisano. El escultor de Almodóvar del Campo ha realizado la imagen del nuevo Doctor de la Iglesia para la parroquia que le está dedicada en Jerez de la Frontera. Fue bendecida el pasado octubre.


                                             La Flagelación" (Inocencio Soriano Montagut, Tarragona)



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6ª Entrega (Jueves 06-Marzo-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Diócesi di Tursi-Lagonegro


¿Surgieron en Cuaresma las procesiones de Semana Santa?

Con frecuencia se recurre a los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto, tentado por el Demonio, como imagen de la Cuaresma, que es también un desierto al que hemos de acudir en busca de silencio y reflexión para vivir la Semana Santa. Igualmente, recordamos en este tiempo los cuarenta días que el Arca de Noé resistió a las aguas torrenciales del diluvio, antes de que tras la tempestad viniera la calma de un Dios que renovaba su alianza con los hombres, que es lo que ocurre precisamente en la Noche Santa de la Pascua. Así mismo, la Cuaresma nos hace pensar en los cuarenta años que el pueblo de Dios, liberado de la esclavitud en Egipto, caminó por el desierto hasta llegar a la Tierra Prometida, después de que el Señor abriera las aguas del Mar Rojo a su paso: el destino es siempre la Vigilia Pascual, cuando renovamos anualmente las promesas de nuestro bautismo.

Caminar hacia Dios que manifiesta su Victoria y Salvación en la Pascua. En esto se resume la Cuaresma. Parece lógico que la Iglesia adoptara este ritual del camino, de la procesión, como una de sus prácticas en la Cuaresma. La Iglesia de Roma, ya en el siglo II, convocaba reuniones litúrgicas los miércoles y los viernes, jornadas penitenciales, que se llamaban “estaciones”, del latín statio, que significa “puesto de guardia”. Era una guardia simbólica de ayuno y oración para que el cristiano se fuera preparando para la celebración de la Semana Santa. Posteriormente las estaciones se extendieron a otros días de la semana y adoptaron la siguiente estructura. En primer lugar, el Papa, los sacerdotes de la diócesis de Roma y todos los fieles asistentes se reunían en una iglesia menor, la llamada “iglesia colecta”, donde compartían una breve oración. Luego, encabezados por la Cruz, marchaban en procesión cantando salmos y letanías hasta una iglesia mayor, donde normalmente se daba culto a algún mártir romano. En este templo, el Papa presidía la Eucaristía con toda su Iglesia diocesana. Por esto, cuando el Obispo preside la Misa en la Catedral con todo el clero y fieles de su Iglesia local, como en Pentecostés, el Corpus Christi u otras ocasiones, se habla de “Misa Estacional”.  Roma conserva la tradición de las estaciones cuaresmales, que comienzan cada Miércoles de Ceniza en Santa Sabina.



Cuando escuchamos que una cofradía o hermandad realiza “estación de penitencia”, necesariamente hemos de pensar en estas antiguas ceremonias romanas que, con la lógica evolución y transformación, han dejado huella en las procesiones de nuestra Semana Santa salmantina. Desde antiguo, la Cofradía de la Vera Cruz dispuso que sus desfiles transitaran por determinados templos y lugares de la ciudad haciendo en ellos breve parada o estación. La Catedral siempre se encontró entre ellos, y por esto acordó recuperar la estación catedralicia para su procesión del Lunes Santo a partir de 2006. Otro lugar principal de paso era el Colegio del Arzobispo Fonseca. La Universidad, por su parte, solicitó en 1617 que las procesiones de la Vera Cruz accedieran a las Escuelas Mayores. Cuando ese mismo año se proyectó la procesión de los nazarenos para la madrugada del Viernes Santo se pensó que hiciera estación en un lugar llamado el Humilladero de Jerusalén, extramuros de la ciudad, en el actual barrio de San Bernardo, pero finalmente este desfile se celebró intramuros en la tarde de Miércoles Santo.

La tradición estacional pervive en nuestra Semana Santa. Así, la Hermandad de Jesús del Perdón la hacía en la Prisión Provincial y, como recuerdo de aquella hermosa costumbre, se detiene junto al Arco del Perdón. La del Cristo del Amor y de la Paz y la de Jesús Despojado, además de la Vera Cruz, realizan estación en la Catedral, como lo hace el Rosario en procesión de octubre y se propone hacerlo desde este año Jesús Rescatado. La Hermandad del Vía Crucis hace catorce estaciones a lo largo de su procesión para rezar la oración que le da nombre. Destaca su parada en el Hospital de la Santísima Trinidad. La Real Cofradía de Cristo Yacente visita el Convento de Santa Isabel para compartir con la comunidad de clarisas la Trilogía de la Pasión, mientras que la Hermandad Universitaria se detiene en el Patio de Escuelas para prometer silencio. El silencio de Jesús en el desierto. El silencio de la Cuaresma, un camino procesional que precisa estaciones para permanecer alerta. 


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5ª Entrega (Jueves 27-Febrero-2014)
Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Mª Teresa Álvarez Pérez-Tabernero


¿Qué Cristo se pagó con toques de campana?

El sonido de la campana tradicionalmente se suprimía en la Semana Santa, dejando para la Pascua la alegría de las esquilillas y utilizando matracas y carracas que evocaban aquel terremoto que sucedió a la Muerte de Cristo en el Calvario. En todo caso, hay que mencionar los dos muñidores que ataviados con negras vestiduras abrían la procesión del Santo Entierro, haciendo tañer sus campanillas roncas, según las ordenanzas de 1615 que regulaban este desfile de la Vera Cruz. El muñidor del Lunes Santo, que pide silencio, bebe de aquella tradición. Otras cofradías también anuncian su llegada a toque de campana, como la del Cristo Yacente o la del Cristo del Amor y de la Paz, cuyos hermanos hacen sonar la que portan en andas. Son muchas las campanas colocadas en los pasos que sirven para transmitir órdenes a los hermanos de carga. También aparecen en insignias, como es el caso de Jesús Flagelado o la Soledad, y en la sección infantil formada por miembros de todas las cofradías que precede a la imagen del Resucitado.


Quizá es menos conocido el hecho de que una de nuestras imágenes procesionales más señeras fue pagada, en cierto modo, haciendo sonar una campana. En concreto, la del convento de San Francisco, que debía tañer cada noche, a las ocho en invierno y a las nueve en verano, mientras se rezaban dos Credos, en memoria de la agonía de Cristo. Se debía obrar de la misma manera cuando alguien pidiera que la campana sonase por un agonizante. Estas piadosas condiciones puso el escultor que talló la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía cuando decidió donarla, hacia 1670, para la nueva capilla de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, de la cual era miembro. Lo relata el profesor Rodríguez G. de Ceballos en un artículo sobre el artífice del Santísimo Cristo, el artista salmantino Bernardo Pérez de Robles, que recoge Juan José Andrés Matías en su estudio “Semana Santa en Salamanca. Historia de una tradición”, editado en 1986. Cinco años antes había dejado de salir esta hermosa imagen, pues dado su mal estado de conservación la V.O.T. dejó de cederla cada Jueves Santo a la Seráfica Hermandad de Nazarenos que lo adoptó por titular cuando fue fundada en 1926.



La talla, esculpida en nogal americano y sin policromar, pudo ser elaborada en Lima, donde trabajó Pérez de Robles, y traída luego a Salamanca. Parece inspirarse en alguna de las obras de Martínez Montañés que el salmantino pudiera conocer en Perú. De los conventos franciscanos de las Indias procede la costumbre que incluyó como cláusula en la donación. No es el único crucificado de Pérez de Robles en nuestra ciudad, donde también conservamos el Cristo del Perdón, en las Bernardas, o el de la Paz y la Concordia, en las Isabeles. El del Amparo de la Parroquia del Carmen guarda semejanzas con ellos.



El pasado día 22, los participantes en el IVº Encuentro Diocesano de Jóvenes Cofrades visitaron varias iglesias para conocer mejor algunas imágenes que en su día desfilaron en la Semana Santa y orar ante ellas. El prior de los Capuchinos, que atienden el culto en la capilla terciaria, explicó que hace ya décadas se perdió la costumbre de hacer sonar la campana, y lamentó la escasa concurrencia al triduo en honor del Santísimo Cristo, que se celebra los días de Lunes, Martes y Miércoles Santo. Aunque algo olvidada, esta imagen sigue siendo una de las fundamentales en la historia de la Semana Santa salmantina: dio lugar a la fundación de una cofradía bajo su advocación (la quinta más antigua), es la primera de crucificado vivo que desfiló, cubriendo la iconografía de Cristo agonizante, y consolidó el Jueves Santo como día de procesiones. En la Capilla de la V.O.T. de San Francisco, como bien recordó Fco. Javier Blázquez en su pregón de la Semana Santa de 2012, los cofrades salmantinos tienen uno de sus lugares de referencia. Que se abran sus puertas para que el Cristo de la Agonía vuelva a las calles es un sueño al que no se debiera renunciar. 



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4ª Entrega (Jueves 20-Febrero-2014)

Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Iván Marcos


¿Han dejado huella las cofradías en el callejero salmantino?

En una ciudad como Salamanca, cuyo casco antiguo está plagado de iglesias, conventos y lugares donde un día se levantaron este tipo de edificios, cuyos barrios se conformaron en torno a los templos parroquiales desde los tiempos de la repoblación, no sorprende que muchas calles y plazas lleven nombres religiosos. Son numerosas las dedicadas a santos y las relacionadas con diversas órdenes religiosas. Arterias principales del casco histórico y de las procesiones son la Compañía (por la Compañía de Jesús) o San Pablo, plazas céntricas muy transitadas por las hermandades las de San Isidro o las Agustinas, y de gran tradición en la Semana Santa salmantina el paseo de las Úrsulas o el Campo de San Francisco, escenario del Acto del Descendimiento.

Sin embargo, no abundan los casos en que devociones clásicas de la ciudad hayan pasado al nomenclátor del callejero. El único ejemplo de espacio público directamente dedicado a una imagen de nuestra Semana Santa es el Parque de Jesús del Perdón, con su monumento conmemorativo. Cuando hace casi veinte años se trasladó el centro penitenciario a Topas se levantó el Arco del Perdón, al que se acerca la hermandad de las Bernardas cada Domingo de Ramos para proceder a la liberación del recluso, cumpliendo así con su cometido fundacional.

La calle Cristo de los Milagros, entre las de Azafranal y Toro, nos recuerda que allí estaba la capilla del venerado crucificado antes de que se arruinara y fuera trasladado a la parroquia de Sancti-Spíritus. La calle del Rosario, entre la Gran Vía y el paseo de Canalejas, también se relaciona con la devoción por excelencia de los dominicos del vecino convento de San Esteban.

La vecindad explica también el nombre de la plazoleta que se abre en la calle Sorias, junto a la Plaza de la Fuente. Durante muchos años, seguramente por un recorte accidental en la rotulación, se denominó de la Cruz Verde, hasta que en 2005 le devolvieron su nombre correcto: la Cruz Verdadera. Parece deberse a la proximidad de la Capilla y Cofradía de la Vera Cruz, que nada tiene que ver con la calle Vera Cruz, cuyo título se explica por el milagro de las cruces blancas obrado, según la tradición, por San Vicente Ferrer en la sinagoga que allí se encontraba, a comienzos del siglo XV.

Precisamente la advocación del crucificado de la Vera Cruz, los Doctrinos, nos remite a la calle del mismo nombre, entre las del Prado y la Compañía. En la calle Doctrinos hubo un colegio para huérfanos, el de la Doctrina o de la Virgen de las Nieves, y los niños que en él residían eran conocidos como “los doctrinos”. Como quiera que escoltaban al Cristo de la Fe en la procesión del Viernes Santo, la imagen tomó el nombre de sus acompañantes. Por eso le llamamos el Cristo de los Doctrinos. Algunos autores opinan que la talla se veneraba en el colegio y luego pasaría a la hermandad decana, pero no está documentado. Cada noche de Lunes Santo, el Cristo se detiene un momento junto a la calle y los hermanos de paso rezan por los niños que sufren en el mundo, como aquellos hospicianos que le dieron nombre.

También podríamos pensar que la calle de Jesús, entre la Rúa Mayor y San Pablo, se llama de esta manera por la cercanía del templo en que se da culto a Jesús Rescatado. Sin embargo, el origen de tal denominación parece una pequeña hornacina incrustada en un muro de la calle, en la que lucía la imagen del Cristo del Otero. Esta capillita, como muchas otras que había en Salamanca, se perdió. Al menos el lugar que ocupó queda bendecido por el Santo Nombre de Jesús.


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3ª Entrega (Jueves 13-Febrero-2014)

Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Iván Marcos


¿Dime de qué trabajas y te diré de qué cofradía eres?

Quizá hoy ya no podamos responder afirmativamente a esta pregunta, pero hubo un largo tiempo en que, primero los gremios y luego algunos oficios o profesiones, mantuvieron una relación muy directa con las cofradías y hermandades. En sus orígenes fundacionales o en algún momento puntual de su historia, se consolidaron relaciones que, en algún caso, como vestigio, han llegado a nuestros días.

Todavía muchos sectores profesionales mantienen la festividad de su santo patrono (los abogados Santa Teresa, los médicos la Virgen del Perpetuo Socorro, los servicios de limpieza San Martín de Porres, los policías el Ángel Custodio, etc.), lo que nos remite a las cofradías que en siglos pasados les agruparon para dar culto a los patronos y formalizar las naturales relaciones de ayuda mutua. Por ejemplo, los libreros estaban en la cofradía de San Lucas (extinta parroquia de San Isidro), los carpinteros en la de San José (parroquia de San Martín), los tejedores en la de la Virgen de Gracia (vieja parroquia de San Boal)… La lista sería larga. La Cofradía de la Vera Cruz, encargada de organizar las procesiones de Semana Santa, recurrió a los gremios proponiéndoles que acompañaran a algunos pasos, tal y como recoge el historiador Francisco Javier Blázquez en sus estudios de la hermandad decana. Los sastres escoltaban el paso de la Oración del Huerto y el gremio de cordobán y badana alumbraba Los Azotes y La Caña. Este rastro gremial hay que seguirlo en los orígenes de la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, que compartió sede con las cofradías de zapateros (San Crispín y San Crispiniano) y pañeros (Virgen de la Victoria) y terminó por absorberlas.

Cuando se han planteado necesidades, las asociaciones de profesionales siempre han sido una opción para las cofradías. Así, cuando en 1913 la Vera Cruz vio la posibilidad de incorporar la imagen de Jesús Flagelado a la Semana Santa, pieza fundamental fueron los dependientes de comercio, gracias a las gestiones de don Mariano Rodríguez Galván. También se encargaron de portar la recuperada talla del Nazareno Chico cinco años después. Varias décadas más tarde, cuando se pensó fundar una hermandad filial que se encargase de portar y acompañar el paso de la Oración en el Huerto, se concretó el proceso a través del sindicato provincial de hortelanos.

Otras veces ha sido un sector profesional el que ha tomado la iniciativa. Ocurrió con la patronal de comerciantes cuando en 1926 dispuso la fundación de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Cristo de la Agonía, que todavía es conocida como “la de los comerciantes”. Del gremio del periodismo y las artes gráficas procede la Hermandad Dominicana, nacida en 1944, que posteriormente acogería también a los agentes comerciales, ya que su patrona es la Virgen de la Esperanza. Los maestros católicos, animados por el Obispo Barbado Viejo, constituyeron en 1945 una hermandad dedicada a la Entrada Triunfal en Jerusalén que procesionaría el Domingo de Ramos. No extraña así su nombre: Jesús Amigo de los Niños. Otro ámbito que vio en la Semana Santa un posible campo de acción fue el sanitario. Médicos, enfermeras y farmacéuticos fueron en 1948 cofrades fundadores de la Hermandad del Cristo del Amparo, que desde la parroquia del Carmen visitaba cada Miércoles Santo a los enfermos convalecientes en los hospitales salmantinos, el Provincial y el de la Santísima Trinidad. Apenas dos décadas perduró esta hermandad, lastrada por los cambios sociales, que han ido separando los caminos de cofradías y profesiones, de la devoción y la obligación, de la fe y el trabajo.


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2ª Entrega (Jueves 06-Febrero-2014)

Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Heliodoro Ordás Gómez


¿Cuáles son las "procesiones litúrgicas"?

Tema recurrente en las tertulias, conversaciones y noticias referentes a nuestra Semana Santa salmantina en los últimos meses ha sido el de la concordancia de las procesiones con la Liturgia, en relación con el reajuste del programa procesional planteado por la Junta de Cofradías. Evidentemente, las procesiones no deben desenfocar lo celebrado en la Liturgia, pues vienen a resultar un complemento de dicha celebración principal, incorporando con acierto elementos culturales y propios de la Tradición de la Iglesia. No pocos han subsistido en los actos de piedad organizados por las cofradías mientras eran abandonados por visiones sesgadas de la Liturgia. No obstante, no es aconsejable mezclarlas o presentarlas como un todo, porque al no distinguir lo que es diferente existe el riesgo de que la una y las otras pierdan su verdadero sentido para los fieles. Bien está que las procesiones ayuden a vivir con profundidad la Liturgia, a la que por supuesto no sustituyen, pero que aquellas pretendan someterse a las normas que regulan ésta puede confundirnos. Cada tipo de celebración ha de observar las prescripciones y costumbres que le sean aplicables.

Muy reciente tenemos una de las llamadas “procesiones litúrgicas”, es decir, incluida en la Liturgia que celebra toda la Iglesia en una determinada ocasión. Tuvo lugar el pasado 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el templo de Jerusalén. Al comienzo de la celebración se bendicen las candelas, los fieles procesionan con ellas y a continuación sigue la Misa en la que se recuerda que Jesús es “la luz de los pueblos”. Se refleja en la fotografía de Heliodoro Ordás que ilustra este artículo, correspondiente al culto celebrado en la Capilla y Cofradía de la Vera Cruz de Salamanca.

Semejante es el esquema de otra procesión litúrgica, la del Domingo de Ramos. Igualmente comienza con la bendición de ramos de laurel u olivo, o de las palmas, continúa con la procesión que nos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, aclamado como rey, y se celebra la Misa. En algunos lugares la procesión litúrgica de los ramos está integrada por el paso representativo de la Entrada en Jerusalén. En la mayoría de las ciudades, como es el caso de Salamanca, la procesión penitencial o devocional, muchas veces con marcado carácter infantil, se organiza tras la Eucaristía.

La otra gran procesión litúrgica es la del Lucernario en la Vigilia Pascual. Tras la bendición del fuego y el encendido del cirio pascual, la asamblea marcha procesionalmente tras la luz de Jesús Resucitado, que se va repartiendo. La liturgia ortodoxa conserva otra procesión litúrgica el Viernes Santo, la denominada del Epitafio, en la que se exhibe y venera un icono del sudario en que fue envuelto Cristo en el Sepulcro.

De tipo ceremonial son las procesiones habituales en cada Misa: la de entrada, la del diácono o el sacerdote al ambón para proclamar el Evangelio, la del ofertorio y la de la comunión. En esta línea tenemos la procesión del Viático, cuando se lleva la Eucaristía a un agonizante, o el traslado del Santísimo Sacramento al Monumento tras la Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo. Procesión votiva es la del Corpus Christi, que sigue a la Misa y culmina con la bendición eucarística. No pueden olvidarse las procesiones de exequias hasta el cementerio, las de reliquias de santos, la que se realiza en un templo cuando es dedicado su altar, las rogativas, o la de los óleos sagrados que son recibidos en la parroquia después de la Misa Crismal que preside el Obispo en la Catedral. Muchas de ellas no son frecuentes hoy en día, otras las conocemos bien, y algunas pasan desapercibidas, pero en todas ellas queda muy patente el valor simbólico de la procesión, que se identifica como la gran peregrinación terrena camino del Cielo que ha de hacer cada cristiano a lo largo de su vida. 


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1ª Entrega (Jueves 30-Enero-2014)

Colaborador: Tomás González Blázquez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y miembro del Equipo Diocesano de la Pastoral Juvenil de Salamanca)
Fotografía: Heliodoro Ordás Gómez

¿Hay algún momento ecuménico en la Semana Santa salmantina?

Recién concluido el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos, que culminamos el pasado 25 de enero, es aconsejable que no nos conformemos con reducir esta intención a una semana al año. Debe ser tarea cotidiana conocer a los cristianos de otras confesiones, cultivar el diálogo y la colaboración, rezar juntos y trabajar para que lo poco que nos separa no pese más que lo mucho que nos une, la fe en Jesús.

Nuestra forma de celebrar la Semana Santa está muy apegada a la cultura española y a la esencia católica, en sus formas bebe de la Contrarreforma impulsada por el Concilio de Trento y habrá quien diga que resulta difícil incorporar el ecumenismo a la manera popular de vivencia de la Pascua que distingue a las cofradías y hermandades. Es cierto que en nuestras procesiones ocupan un especial lugar las imágenes sagradas, lo que marca la diferencia con los hermanos protestantes, o que muchos ritos de los que mantenemos pueden resultar muy extraños para gente de otras culturas, pero esto también ocurre con católicos de otros países y continentes. Podemos recordar lo que sintieron los jóvenes chinos cuando visitaron las cofradías salmantinas poco antes de la JMJ Madrid 2011, o los que en la capital de España contemplaron el Vía Crucis manifestado en bellos pasos procesionales. Fueron experiencias muy valoradas por ellos.

En nuestra Semana Santa, desde 2009 también tenemos un momento ecuménico. La Cofradía de la Vera Cruz, al saber que la iglesia de Santa María de los Caballeros había sido cedida por la Diócesis a la Iglesia Ortodoxa Rumana para establecer allí su parroquia, quiso hacer partícipe a esta pequeña comunidad de uno de sus actos. María siempre es garante de unidad con los hermanos ortodoxos, por lo que la mejor ocasión de compartir una oración con ellos la brindaría el Vía Matris popular que transita precisamente ante la parroquia de San Basilio el Grande. Primero el padre Laurentiu y después el padre Nicodim, sucesivos párrocos, acogieron con sumo agrado la invitación de la cofradía decana y por unos minutos reciben junto a sus feligreses a la Virgen de los Dolores en la noche del último viernes de Cuaresma. La hermosa talla de Felipe del Corral se detiene allí para la contemplación de uno de los dolores de María, que es invocada como Madre por católicos y ortodoxos en un gesto fraternal.

Cada noche de Lunes Santo, la parroquia de San Juan de Sahagún acoge el Acto de las Siete Palabras que organiza la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz. En numerosas ocasiones han sido invitados a meditar alguna de las últimas palabras del Señor representantes de distintas confesiones cristianas, en lo que constituye otro momento ecuménico de la Semana Santa salmantina.



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